miércoles, 5 de febrero de 2020

Sonríe

Foto: Marisú Ramírez

Opinión No. 78, viernes 13 de octubre de 2017

Por Marisú Ramírez

 “El cerebro es un ‘músculo’ fácil de engañar; si sonríes cree que estás contento y te hace sentir mejor”. Juan F. Hitzig

Las emociones tienen una enorme cadena con su grillete atado a las propuestas culturales dominantes de donde se deriva nuestra percepción de lo que es bueno o malo, de esto emanan los comportamientos y de ello depende nuestra capacidad de respuesta, ya sea positiva o negativa.

Juan F. Hitzig, médico y profesor de Biogerontología en la Universidad Maimónides, en Argentina, autor de varios libros, lanza el siguiente postulado para entender cuando hacemos “mala sangre”: El pensamiento es un evento energético que transcurre en una realidad intangible, pero que rápidamente se transforma en “Emoción” -del griego emotion, movimiento- un movimiento de neuroquímica y hormonas, que cuando es negativo hace colapsar  nuestro organismo físico en forma de malestar y enfermedades. 
El Dr. Hitzig ha desarrollado un alfabeto emocional donde sostiene que las conductas con “R”, como: resentimiento, rabia, reproche, rencor, rechazo, resistencia, represión; son generadoras de cortisol, una potente hormona del estrés, cuya presencia prolongada en nuestra sangre, es letal para las células arteriales ya que aumenta el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares.                
Así mismo, Hitzig menciona que las conductas “R” generan actitudes “D”: depresión, desánimo, desesperación, desolación. En cambio, las conductas con “S”: serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa, sociabilidad, sedación; son generadoras de serotonina, una hormona que nos produce tranquilidad, mejora la calidad de vida, aleja la enfermedad y retarda la velocidad de envejecimiento celular.  Las conductas “S” generan actitudes “A”: ánimo, aprecio, amor, amistad, acercamiento.
Hitzig concluye que lo que se denomina comúnmente “hacerse mala sangre” no es más que un exceso de cortisol y una falta de serotonina en la sangre, por lo que recomienda detectar que tipo de actitudes abundan más en nuestra vida: “R” o “S”.
En lo personal, es mi interés cultivar la idea y acción de la expresión y no de la represión. Es sumamente interesante saber expresar nuestras emociones, sea cual sea el factor, no deben reprimirse, es la mayor libertad del ser humano y de cualquier ser viviente.
André Le Breton ha señalado, como estudioso del caso que “La emoción es la resonancia propia de un acontecimiento pasado, presente o futuro, real o imaginario, en la relación del individuo con el mundo; es un momento provisorio nacido de una causa precisa en la que el sentimiento se cristaliza con una intensidad particular...”
Desafortunadamente no ha existido control de las emociones. No pertenecen al que las experimenta; es la interacción con el medio social, que en la mayoría de las ocasiones es determinante. No surgen del interior del que las experimenta, diría se le adhieren, vienen de fuera en el sentido significante, lo que se quiere encontrar por los medios señalados por otros.
La cultura otorga su visión al interesado en descifrar sus comportamientos o comprenderse desde dentro, ahí es donde se despiertan las emociones para completarse en el devenir constante. En otras palabras, conformar una visión del contexto en el que se desarrollan y existen las emociones.
Para concluir, el Dr. Hitzig, recomienda prestar atención a los pensamientos, pues se harán palabras; atención a las palabras pues se harán actitudes; atención a las actitudes porque se harán conductas; atención a las conductas porque se harán carácter; y finalmente prestar atención a nuestro carácter porque se hará biología. masryram@msn.com

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