Foto: Marisú Ramírez |
Opinión No. 78, viernes
13 de octubre de 2017
Por Marisú Ramírez
“El cerebro es un
‘músculo’ fácil de engañar; si sonríes cree que estás contento y te hace sentir
mejor”. Juan F. Hitzig
Las emociones tienen
una enorme cadena con su grillete atado a las propuestas culturales dominantes
de donde se deriva nuestra percepción de lo que es bueno o malo, de esto emanan
los comportamientos y de ello depende nuestra capacidad de respuesta, ya sea
positiva o negativa.
Juan
F. Hitzig,
médico y profesor de Biogerontología en la Universidad Maimónides, en
Argentina, autor de varios libros, lanza el siguiente postulado para entender
cuando hacemos “mala sangre”: El pensamiento es un evento energético que
transcurre en una realidad intangible, pero que rápidamente se transforma en
“Emoción” -del griego emotion, movimiento-
un movimiento de neuroquímica y hormonas, que cuando es negativo hace
colapsar nuestro organismo físico en
forma de malestar y enfermedades.
El Dr. Hitzig ha
desarrollado un alfabeto emocional donde sostiene que las conductas con “R”,
como: resentimiento, rabia, reproche, rencor, rechazo, resistencia, represión;
son generadoras de cortisol, una potente hormona del estrés, cuya presencia
prolongada en nuestra sangre, es letal para las células arteriales ya que
aumenta el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares.
Así mismo, Hitzig
menciona que las conductas “R” generan actitudes “D”: depresión, desánimo,
desesperación, desolación. En cambio, las conductas con “S”: serenidad,
silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa, sociabilidad, sedación; son
generadoras de serotonina, una hormona que nos produce tranquilidad, mejora la
calidad de vida, aleja la enfermedad y retarda la velocidad de envejecimiento
celular. Las conductas “S” generan
actitudes “A”: ánimo, aprecio, amor, amistad, acercamiento.
Hitzig concluye que lo
que se denomina comúnmente “hacerse mala sangre” no es más que un exceso de
cortisol y una falta de serotonina en la sangre, por lo que recomienda detectar
que tipo de actitudes abundan más en nuestra vida: “R” o “S”.
En lo personal, es mi
interés cultivar la idea y acción de la expresión y no de la represión. Es
sumamente interesante saber expresar nuestras emociones, sea cual sea el factor,
no deben reprimirse, es la mayor libertad del ser humano y de cualquier ser
viviente.
André Le Breton ha
señalado, como estudioso del caso que “La emoción es la resonancia propia de un
acontecimiento pasado, presente o futuro, real o imaginario, en la relación del
individuo con el mundo; es un momento provisorio nacido de una causa precisa en
la que el sentimiento se cristaliza con una intensidad particular...”
Desafortunadamente no
ha existido control de las emociones. No pertenecen al que las experimenta; es
la interacción con el medio social, que en la mayoría de las ocasiones es
determinante. No surgen del interior del que las experimenta, diría se le
adhieren, vienen de fuera en el sentido significante, lo que se quiere
encontrar por los medios señalados por otros.
La cultura otorga su
visión al interesado en descifrar sus comportamientos o comprenderse desde
dentro, ahí es donde se despiertan las emociones para completarse en el devenir
constante. En otras palabras, conformar una visión del contexto en el que se
desarrollan y existen las emociones.
Para concluir, el Dr.
Hitzig, recomienda prestar atención a los pensamientos, pues se harán palabras;
atención a las palabras pues se harán actitudes; atención a las actitudes
porque se harán conductas; atención a las conductas porque se harán carácter; y
finalmente prestar atención a nuestro carácter porque se hará biología. masryram@msn.com
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