Madre e hijo wixárikas. Foto: Marisú Ramírez |
Opinión No. 109 viernes
01 de junio de 2018
Por Marisú Ramírez
La cultura difiere de país a
país, en todos sentidos se transmite a través del tiempo, se adapta hoy en lo
global de acuerdo a presiones internas y externas.
Una dirección exacta de sus
respuestas no es fácil determinarla, para esto se requiere información del
comportamiento social, me refiero a creencias compartidas y una serie de
valores fácilmente distinguibles. El dilema se reduce a las interpretaciones de
la sociedad, de acuerdo a su forma de ver y comprender el mundo. No es fácil,
más cuando los cambios de la conducta social son tan vertiginosos como en este
siglo 21.
Lo que si debe quedar claro es
en estructura sus transformaciones culturales que ejercen en sociedades
marginadas, comprenderlo implica largo proceso tal como se señala en diversos
estudios, las resistencias en particular en las sociedades mencionadas parten
en la mayoría de las ocasiones de sistemas copiados, no locales.
En este sentido llamó mi
atención la reciente expresión del Papa Francisco a este respecto:
“…hoy sabemos que la mejor palabra que podemos dar frente al
dolor causado es el compromiso para la conversión personal, comunitaria y
social que aprenda a escuchar y cuidar especialmente a los más vulnerables.
Urge, por tanto, generar espacios donde la cultura del abuso y del
encubrimiento no sea el esquema dominante; donde no se confunda una actitud
crítica y cuestionadora con traición. Esto nos tiene que impulsar como Iglesia
a buscar con humildad a todos los actores que configuran la realidad social y
promover instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia
una cultura del cuidado y protección”.
Todo se desprende de los
movimientos geopolíticos y aspectos económicos de presión, desde la alarma
ocasionada por el conocido Brexit
hasta los aranceles anunciados recientemente al aluminio y el acero por el
mandatario norteamericano; sus amenazas no alarman, aunque si las consecuencias
culturales derivadas de esto; pareciera simple, no lo es; hasta podría vaticinar
una guerra comercial con nuestro vecino del norte, lo cual a ninguna de las
naciones conviene.
Propician inestabilidad del
peso frente al dólar, además del desaliento entre ciudadanos al ver que los
modelos económicos y culturales se salen de lo ético y razonable; los mandatarios
de México y Canadá ya se preciaron, la Comunidad Europea hizo lo propio. Aunque
no se vea la intención lleva un mensaje de anarquía en su esencia que tambalea
a la ética, la religión y a la cultura de los ciudadanos al ver desangelados
sus anhelos de una convivencia de calidad.
Investigar los cambios culturales no es fácil, ni
dimensionarlos por su carácter tan cambiante e impositivo. Esto a nivel
mundial, transformaciones inimaginables en lo moral, en los aspectos sociales y
educativos, todo con base a intereses alejados de lo que las sociedades
realmente requieren.
Esto crece a cada momento y bajo circunstancias
diversas. Se nos enseñó en la universidad y desde los estudios básicos a
razonar los momentos culturales; vistos como estilo de existir, mismos que
desembocan en dinámicas intensas en la familia, escuela con enorme influencia
de las creencias, en otros términos, relaciones múltiples para interpretar la
realidad desde el particular ámbito en el que se vive y convive.
Se contemplan los cambios en educación (modelos
alternativos) en la moda y comportamientos disímbolos; son tan rápidos que sería
imposible detenerlos y analizarlos por separado. Repercuten y se desmoronan en sí
mismos por inconsistentes: legalización de la mariguana en el caso de México,
la eutanasia, el aborto o el machismo, este último muy difícil de erradicar por
completo cuando no existe una explicación del daño que hace a la estructura de
convivencia en pareja, con sus obvias derivaciones violentas, matrimonios entre
personas del mismo sexo, la adopción por ellos deseada y puesta en tela de
juicio, divorcios prematuros, feminicidios totalmente reprobables y tantos
otros aspectos que se suman.
La visión de los candidatos en campaña política,
en la mayoría de las ocasiones sin propuestas o pronunciamientos alejados de la
realidad que se vive; a esto le he dado seguimiento especial en alguna de mis
colaboraciones y no podría adelantar conclusiones definitivas. Lo que me queda
totalmente claro es la necesidad de la sociedad de comprender estos cambios
culturales.masryram@msn.com
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