Foto: Marisú Ramírez |
Opinión No. 75 viernes 15 de septiembre de 2017
Por Marisú Ramírez
Nuestro planeta está en
crisis. Los seres humanos también. Los gobiernos en manos de seres con mentes
enanas no escapan a esta realidad. Cada día, el panorama se vislumbra
desesperanzador y por momentos pareciese que se inclina a la auto supresión.
El sol brilla en lo
alto y nos envía furiosas llamaradas para ver si nos estamos quietos. Sufrimos
el trastorno del entendimiento, al parecer es consecuencia de la ofuscación y
del estrés social. Actuamos por impulsos, reaccionando a veces de la peor
manera.
Recuerdo una anécdota
de un filósofo que llevó a sus discípulos a una habitación oscura. ¿Qué ven? -les
preguntó- ¡Nada, maestro! -respondieron- La oscuridad es absoluta y no nos deja
ver. El filósofo dio una palmada y se encendieron al mismo tiempo mil lámparas
de intensa luz. ¿Qué ven ahora? -les preguntó otra vez. ¡Nada, tampoco!
-dijeron los discípulos. -Esta luz cegadora nos impide abrir los ojos para ver.
Aprendan, pues, -les enseñó el maestro-, que ni en la luminosidad absoluta ni
en la completa oscuridad el hombre puede ver. Por eso estamos hechos de luces y
sombras, para podernos ver los unos a los otros.
Al respecto, algunos
científicos, cosmólogos y físicos intentan explicarnos a través de la física
cuántica que deberíamos contemplar la posibilidad de que estemos viviendo
dentro de una simulación computarizada gigante, idea a la cual nos revelamos
por que percibimos el mundo de una forma tangible y nuestra mente no acepta la
teoría de que todo puede ser una sobre simulación, Idea que tiene algunos
simpatizantes de alto perfil, como el cosmólogo Alan Guth, del Instituto de
Tecnología de Massachusetts, en Estados Unidos y el gurú de las máquinas
inteligentes, Ray Kurzwell.
Por otra parte, observamos
el asombroso progreso que ha habido en materias de computación y tecnologías de
la información, todo en tiempo récord. Algo no tiene lógica, ¿De dónde le surge
a los creadores todo ese cúmulo de conocimientos? ¿Por qué no todos tenemos la capacidad de crear esa maravillosa
tecnología? ¿Qué requerimos para ello?
Percibimos y
constatamos que todo está diseñado para que funcione con infalible precisión y de
forma matemática y sistemática, como en un puzle todo embona a la perfección.
En caso contrario la menor alteración de las fuerzas naturales habría hecho
imposible la vida en la Tierra.
La mecánica cuántica da
cuenta de que tanto la materia como la energía parecen granularse, como en la
pixelización de una pantalla de computadora cuando la vemos muy de cerca. Igual
pasa en el mundo, todo despierta suspicacias cuando lo miras a profundidad o de
forma milimétrica y sistemática.
Sin embargo, este argumento
parece morderse la cola cual perverso juego de luz y sombras, donde unos ven
demasiado y otros no ven nada. En todo caso, es muy difícil —si no imposible—
encontrar evidencia sólida que demuestre que estamos en una simulación.
En parte porque es absurdo
mantener esa concepción por mucho tiempo en nuestra mente. En el fondo sabemos
que la única noción de realidad que vale la pena tener es la que experimentamos
ahora y no algún hipotético mundo detrás de todo lo que existe, controlado por
alguna inteligencia superior que mueve los hilos de la gnosis y que actúa como
una madre nutricia beneficiando solamente a unos cuántos.
En conclusión, cuando
nos sentimos superior a los demás, respondemos inconscientemente a una carencia
que se debe compensar. La sensación de vacío nos obliga a confirmar el poder
imaginario con actos que tarde o temprano se revelarán desastrosos para todos. El
ego requiere proclamar continuamente su poder. Pero, ¿acaso no hacemos todos lo
mismo? De nuestros temores ancestrales han surgido todo tipo de creencias que no
tienen fundamento. Son compensaciones de nuestro frágil ego colectivo. Meras
justificaciones de nuestro accionar depredador en el eterno e infinito juego de
luz y sombras. masryram@msn.com
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