Opinión No. 4, sábado 7
diciembre de 2013
Por Marisú Ramírez
Tal vez uno de los temas
jurídicos por antonomasia más apasionantes por la cantidad de situaciones que
se desprenden, tanto como institución social, por su principal finalidad: compartir
un estado de vida para la búsqueda de la realización personal y la fundación de
una familia, la que constituye el medio natural para el desarrollo de las
interrelaciones de responsabilidad y solidaridad humana; como por los vínculos que se derivan de tal unión,
y que son inherentes a la pareja, es el del matrimonio.
En términos estadísticos,
las cifras arrojadas por el INEGI entre matrimonios y divorcios son más que
elocuentes, al 2011 se registraron 570 mil 954 matrimonios, en 2010 fueron 568 mil
632 y en 2009 la cifra se ubicó en 558 mil 913. Contrariamente a lo que se
piensa, los matrimonios van a la alza y los divorcios también: al 2011 se
registraron 91 mil 285 divorcios, en 2010 fueron 86 mil 042 y en 2009 la cifra
se ubicó en 84 mil 302.
Ahora bien, reflexionando un
poco, es menester analizar en qué estamos fallando las parejas. Según una
investigación realizada en México por Andrea Limón Fonseca, y publicada en la
Quarterly Review de la Universidad de las Américas (UDLA), son cuatro los
factores que determinan que un matrimonio confluya en la disolución definitiva:
la falta de comunicación, la infidelidad, la violencia y los problemas
económicos.
Mientras no exista una buena
comunicación, habrá reconciliaciones poco duraderas en la pareja, porque
repetirán las mismas fallas, lo que las hace caer en una falsa tolerancia, debido
a que propicia que cada uno viva su vida en forma independiente.
Infidelidad
Limón Fonseca menciona que “…la
infidelidad es el resultado de las crisis de la pareja, y esta no es solo
sexual, pues el cónyuge infiel busca aspectos que su pareja no le brinda y
estos pueden ser intelectuales, físicos y/o emocionales. Cuando existe
infidelidad, la víctima presenta una serie de sentimientos negativos hacia su
persona. Al descubrirse la infidelidad, es natural que se llegue a sentir
dolor, pérdida de autoestima, angustia y rabia. Al estar experimentando estos
sentimientos lo más lógico es que la persona quiera ponerle fin a la relación,
sin importar las consecuencias a terceras personas”.
Violencia
Dentro de la violencia
existe una situación cíclica que se desarrolla en tres fases, la primera se
caracteriza por la acumulación de tensión en las interacciones, en donde
existen golpes menores y se incrementan los celos, posesión y opresión. La segunda se caracteriza por el descontrol y
la inevitabilidad de los golpes, en donde la víctima se muestra sorprendida
ante la presencia imprevista de estos. Y por último la fase del
arrepentimiento. La víctima tiene la esperanza de que el compañero violento
cambie, y esto provoca que continúe recibiendo abusos.
Problemas económicos
La investigadora de la UDLA
asegura que el nivel educativo de la mujer y su incorporación al mercado
laboral tienen una relación negativa, así como también el número de hijos ha
sido relacionado de manera inversa o negativa con la disolución de las uniones.
Los sentimientos de
incompatibilidad, el cambio de intereses, la injusta división de las labores o
el no sentirse románticamente apegado, el
alcoholismo y la drogadicción; son algunos factores que pueden propiciar
que una pareja se divorcie.
Falta
de valores
Otro factor determinante y
que cada día es más frecuente es de los terceros implicados, cada día más
hombres y mujeres rompen definitivamente no sólo con sus parejas, sino también
con sus familias al involucrarse sentimentalmente con personas del otro sexo
más jóvenes. Situación que no siempre conlleva a relaciones duraderas que
solamente provocan sentimientos de frustración e inestabilidad emocional, rechazo
social y en la mayoría de los casos, terminan en una debacle personal por los
sentimientos de culpa que estas situaciones generan.
En la llamada ‘Célula Social’
no se está cumpliendo su principal objetivo, la preservación de la familia. En
una de sus visitas a Puerto Vallarta, el padre rector de la UNIVA, Francisco
Ramírez Yáñez; se refirió a ella como un ‘Diseño de Dios’ donde pidió que
comprendiéramos que “…en el matrimonio ya no son dos sino uno, y el secreto del
mismo está en saber si el que convive con nosotros es feliz, no en ver
solamente la felicidad propia”. Lo que en otras palabras se puede definir como
actuar con responsabilidad y sin egoísmo. En la familia debe buscarse la
fidelidad y el afecto como una dignidad, no como un sometimiento de un ser a
otro, sino como un perfecto entendimiento sobre los valores de la existencia
humana. masryram@msn.com