Foto: Marisú Ramírez
Opinión No. 68 viernes 28 de julio de 2017
Por Marisú Ramírez
En efecto, todos
conocemos el poder de la palabra. Escrita, hablada, sentida, pensada… No hay
diferencia. También es cierto, al pronunciarlas se potencializan al máximo y al
escribirlas se materializan por siempre.
Es muy común decir
frases negativas como ¡Qué calor!, ¡No tengo dinero!, ¡No tengo tiempo!, ¡Te
odio!, ¡Las ventas van mal!, ¡Es una mala temporada!, ¡Ya me voy a morir!;
entre miles más. La mayoría de las veces no somos conscientes de lo que estamos
expresando.
Puede sonar raro, pero si
anotásemos todas las frases negativas que pronunciamos en un día, al final de
este concluiríamos que no es de extrañar que nuestro día no haya sido tan bueno
como hubiésemos querido.
Al decir ahora mismo en
voz alta ¡Me duele la cabeza! ¿Cómo te sientes? Puedes comprobar que al
exteriorizar tu dolor este se agudiza, haciéndote sentir realmente mal. Hay
palabras que no sólo nos hacen sentir dolencias, malestares o sensaciones
negativas, sino que también contribuyen a autoimponernos límites y barreras
invisibles, sin percatarnos de lo que
estamos atrayendo a nuestras vidas.
Existe una frase de
Henry Ford "Tanto si piensas que
puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto" la cual si
analizamos a profundidad veremos que aplica para todas las situaciones de la
vida diaria: “No puedo ir”, “No tengo tiempo”, “Soy pésimo para eso”, “Estoy
enfermo”, “No sé bailar”. En general son frases limitantes y tienen que ver
directamente con nuestro sistema de creencias.
Razonar lo que vamos a enunciar
y cambiarlo automáticamente por una frase positiva realmente nos puede cambiar
la vida. No es una fórmula mágica que dé resultados inmediatos, pero lo que si
puede hacer es que eliminemos poco a poco la tendencia a expresarnos
negativamente y avanzar en nuestra forma de ver la vida y crear nuestra
realidad.
Por la tendencia que
tenemos de analizar las palabras y comportamiento de los demás, también podemos
contribuir a que las personas con las que convivimos a diario, modifiquen sus
hábitos de expresión verbal.
Lo que pienses de ti,
en eso te convertirás. Lo que sientas por ti, es lo que los demás sentirán por
ti, Lo que hagas por ti, también los demás lo harán. Es una ley de
correspondencia.
Por otra parte, Lo que
pienses de los demás, eso mismo pensarán de ti. Lo que sientas por los demás,
eso mismo sentirán por ti. Lo que hagas a los demás, también te lo harán a ti. Lo
que expreses de los demás, eso mismo expresarán de ti. Es una ley universal.
Todos los días nuestros
amigos y personas allegadas, se encargan de mandarnos frases y pensamientos
positivos a través del móvil y las redes sociales. Algunas reflexiones son verdaderamente
extraordinarias por el grado de profundidad. Dependiendo el mensaje es la fibra
que nos logra sensibilizar. Es un
bombardeo constante, pero nuestra tendencia natural a la negatividad nos impide
captar los mensajes e inconscientemente nos ponemos en piloto automático para
transitar el día a través de la negatividad y la inconformidad.
Existen bastantes
investigaciones como las realizadas por el Dr. Masaru Emoto, que nos demuestran
que las palabras, la música y la oración afectan sobremanera a nuestro mundo y
sobre todo a nuestro cuerpo. No creo que exista persona alguna que no haya
visto alguna vez el resultado de estos interesantes hallazgos.
Otros estudios han
demostrado el poder del sonido (frecuencias vibratorias) al generar
espontáneamente en una placa con arena figuras geométricas perfectas. Otros han
demostrado, que si escribimos por ejemplo la palabra “Amor” en una botella con
agua, está modifica automáticamente su estructura molecular. Qué no hará por
nosotros los seres humanos que demostrado está, somos un organismo multidimensional y con capacidades infinitas.
La información está por
doquier: En el aire, en el ambiente, en la Web, en los libros, en las
bibliotecas, escuelas, institutos, universidades y centros de investigación; se
nos manifiesta infinidad de veces y ni por atisbo nos damos por enterados y si
nos enteramos, se nos olvida escandalosamente rápido ¡Qué tristeza! masryram@msn.com
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