Caminamos en la tempestad, pero más allá de ella está el sol, el sol de
Dios, espléndido, eterno. Ellos podrán, durante algún tiempo, velarlo,
encubrirlo a nuestras miradas, pero jamás borrarlo del cielo.
Giuseppe Mazzini
Son tantas
las noticias y los cambios, que a veces resulta complicado dar crédito a todo y
a todos. Pareciera que a los mexicanos nos han metido en un artefacto gigante
que nos zangolotea las emociones en una vorágine interminable de sentimientos
encontrados al observar lo que está ocurriendo en nuestro país.
Momentos de
incertidumbre. Los cambios no pueden darse en medio de la calma, esta vendrá
después de la tormenta. Es natural. Por definición el cambio es el concepto que
denota la transición, lo que forzosamente implica una variación que genera el
inicio de nuevas acciones. Tratamos de adelantarnos a los acontecimientos y
reflexionamos sobre ¿Cómo será? ¿Cómo va a funcionar la economía y la política
en México?
Cuestionamientos,
son muchos; respuestas, muy pocas. Solamente en el libro del tiempo se
escribirá el cómo el agua tomará su curso, todo volverá a la normalidad.
Después de la tormenta nuevamente vendrá la calma.
En estos
momentos, el mayor temor es la inseguridad que se genera. La gran incógnita ¿Cómo
resultarán tantas medidas que se están adoptando por ambos países? Solamente el
tiempo dará la razón a quien la tenga.
Es
menester, cuestionar. Ante la posibilidad de que las medidas adoptadas por el
vecino país del norte no resulten conforme a lo planeado. ¿Qué ocurrirá si no se
logra lo que quieren? Cuando se juega de forma precipitada, la sombra del
fracaso siempre estará latente, se decide correr el riesgo y apuestan a ganar,
pero también se puede perder.
Solamente
el señor del tiempo dará las respuestas. Esperar. Aunque se tengan las semillas
del temor profundamente arraigadas, el caos no puede ser eterno. En algún
momento, las soluciones llegarán, la confianza y la paz se restablecerán,
también los lazos de amistad. Cuando las circunstancias cambien, también se cambiará
de opinión.
De momento,
no queda más que estar unidos, consumir lo que el país produce. Muchas naciones
lo han logrado; nosotros también podemos. Los seres humanos sólo podemos avanzar
con la rapidez de la persona más lenta. Ayudemos, al enfermo, al inválido, al
que menos tiene; es el momento de trabajar en equipo y evitar en lo posible la
ventaja sobre los demás, eso no ayudará a nadie. La ola de retroceso será sólo para tomar
impulso.
Descubrirnos
más cerca de nuestra propia historia, con la posibilidad de generar un cambio
positivo y lograr que el retroceso termine, para que surja una nueva directriz
que nos marque la senda por dónde continuar y disfrutar el viaje que nos
llevará a la creación de un nuevo país, más fuerte y entusiasta.
Los nuevos
tiempos llegarán cargados de nuestros anhelos y el caos quedará atrás solamente
como un mal sueño, pero fortalecidos como nación y como individuos, dueños de
nuestro auténtico y único poder ¡Solamente nos tenemos a nosotros mismos!
Sin sentir
la necesidad de adaptarnos a cada cambio que se presenta, aferrarnos a aquello
que nos resulta reconfortante. Mantener nuestra vida sencilla y cómoda, sin que
se nos obligue a adherirnos a lo que se nos despliega por delante. Sin perder
nuestro entusiasmo, que continúe el circo de la vida, siempre habrá un excéntrico
que nos haga reír y olvidar las penas.