jueves, 20 de febrero de 2020

Existir sin sufrir

Foto: Verónica Alcalá

Opinión No. 132 viernes 9 de noviembre de 2018
Por Marisú Ramírez
Son momentos de incertidumbre, la tranquilidad requiere estar bien, sentirse lo más sano posible, en otros términos, existir.

La salud es un gran tesoro sin igual,
del cual, la conciencia es su guardián.
Al descuidarla, se es flor de rosal,
que en otoño se seca y triste cae.

Ni la plata, ni el oro, ni las joyas,
podrán de tal forma restaurarla,
que estuviera como si se la hubiera
cuidado de forma correcta.

Es la niña que hay que mimar,
cuando en su juventud está;
así, no se comienza a alejar,
aburrida del que no la supo amar.

Aunque siempre esté la esperanza,
de volverla a recuperar.
Mejor cuidar a esta riqueza,
para angustias extras no afrontar.
(Javier R. Cinacchi  "Poesias de la vida, libro 2")

Para cultivar la salud la ciencia avanza a cada segundo. Unos saben tratar los males otros vender los medios, algunas personas se conforman con los placebos que se otorgan en las instituciones públicas o privadas para garantizar bienestar.
Las angustias se forman en la mente del enfermo soportadas sobre la esperanza. Llegan en momento en que no distingue si está enferma su alma o su cuerpo. La existencia es severa, el dolor de verse enfermo patético, destruye por dentro y deja ver a flor de piel el sufrimiento.
En estos escenarios los familiares son observadores preocupados, resignados y amorosos. La verdad no aflora, la fe y la esperanza la ocultan irremediablemente, tras convencerse de que el reconocerla es más doloroso que el mismo padecimiento. Así se aprende a vivir en la zozobra y el sufrimiento, aunque no se padezca en carne propia.
Los sentimientos de los médicos son misericordiosos, algunos son víctimas irremediables de la avaricia, hilo conductor el cual en algún momento de tanto asirse a el ejercicio profesional los deja al descubierto. Otros galenos son guardianes del “Juramento Hipocrático”.
Nadie escoge el sufrimiento como forma de existir ¡nadie! La enfermedad cae sobre el ser humano y lo victimiza, simplemente se padece: llegan entonces cúmulos de medicamentos milagrosos, los cuales se supone alivian una parte y detonan otra oculta en el maravilloso cuerpo dispensado por el Creador.
Algunas personas son conscientes de que se autodestruyen y no cambiarán. No miden las consecuencias de sus excesos y la fragilidad de su existencia. Otras hacen lo posible por modificar determinadas formas o estilos de vida, algunos lo logran otros se quedan en el intento.
Los constantes bombardeos mercadológicos, peligrosas cirugías plásticas, medicamentos mágicos para “bajar de peso” maquillajes tóxicos y productos, como ropa, zapatos; no importa que sean ridículos, la moda lo justifica y defiende, aunque con el tiempo se termine con las articulaciones inutilizadas, el rostro deformado o el cuerpo seriamente dañado; los anhelos por seguir estereotipos se convierten en infames consejeros y llegan diversas enfermedades.
Hay personas que aprovechan estas debilidades: vanidad, egocentrismo, comodidad y en general la frágil determinación de los consumidores, después convertidos en pacientes. Es necesario mantenerse alerta ante las tentaciones superfluas del comercio global, por el cúmulo de mercancías de diversas partes del mundo, donde con un solo clic se pueden adquirir, ya que son productos de dudosa procedencia ─reconocer que la mayoría de ellos escapan a la regulación sanitaria─ la responsabilidad de medicamentos mágicos recae solamente en el consumidor, quien carece de los medios para distinguir los daños que llegan a causar, menos aún su efectividad o grado de toxicidad en un recipiente engañoso aunque elegante. 
Mantener las emociones controladas, seguir orientaciones médicas con el fin de contrarrestar enfermedades graves y dejar de lado consejos “para sentirse o verse mejor”, dar la espalda a esto es un requisito para mantenerse saludable.  Por tanto, la prioridad es distinguir de dónde surgen los padecimientos con plena conciencia, es uno de los tantos caminos los cuales llevan a una mejor existencia. masryram@msn.com

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