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“sólo el hombre puede ayudar al hombre”
Opinión No. 101
viernes 06 de abril de 2018
Por
Marisú Ramírez
Dicen
por ahí que si una persona cambia es sólo por tres razones: aprendió demasiado,
sufrió suficiente o se cansó de cometer los mismos errores.
De
manera individual y colectiva los patrones de conducta no varían ni un ápice,
no hemos aprendido lo suficiente, ni hemos sufrido demasiado y en efecto,
seguimos cometiendo los mismos errores, sin comprender que nuestro futuro como
humanidad es una consecuencia de las acciones de hoy, al parecer las lecciones
aprendidas desde la prehistoria se repiten cual círculo vicioso de manera que
no aprendemos.
Por
ello, en el Artículo Mekong el Profr. Dr. Luong Minh Dang fundador de la
Facultad de Energía Humana y Universal, aconseja aprender de una mala
experiencia como una lección valiosa para evitar cometer los mismos errores.
De
esta forma, el significado oculto de nuestra existencia bien podría ser: la
gente es mala o somos malos de manera que no aprendemos. Pero la cuestión es
¿aceptamos aprender de esas malas lecciones de vida o no? Sólo con la
aceptación obtenemos la sabiduría para evolucionar o permitir a las personas
vinculadas por destino con nosotros y alcanzar la meta de convertirnos en un
nuevo ser humano.
Máster
Dang sostiene en sus sabias palabras agradecer a todos los seres que nos aplican
pruebas difíciles porque son seres elevados, quienes han vuelto de manera
voluntaria a la tierra a cometer malas acciones y de esta manera aprender de
ellas. Solamente así tendremos acceso a la enseñanza maestra, la lección de
amor 101.
Esta
lección podría traducirse en “ver más allá del bien-mal” para lograr derribar
este difícil obstáculo psicológico donde las lecciones más difíciles de superar
como humanidad son en primer lugar las guerras, seguidas muy de cerca por las
calamidades las cuales a lo largo de la historia han quedado gravadas en la
mente colectiva de manera sensible y crítica.
Por
otra parte, la tendencia natural es: la gente quiere ser buena, aún si somos
malos insistimos en que somos buenos. Sólo por poner un ejemplo, si le
preguntásemos a Donald Trump si se considera una persona buena o mala ¿qué
contestaría? Al respecto el Nobel de Literatura en 1949, William Faulkner
menciona “Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”.
Así
mismo, Máster Dang sostiene “sólo el hombre puede ayudar al hombre” pero
observamos el panorama internacional y lo único observado son amenazas,
despliegues de poder, exhibición de poderío bélico, crímenes, competencia
desleal, abusos, y muchas catástrofes naturales provocadas por la estupidez
humana, todo ello sin contar con la más feroz de todas: la indiferencia.
Por
ello, el reloj del Juicio Final de la Universidad de Chicago utiliza la
analogía de la especie humana estando siempre «a minutos de la medianoche»,
donde la medianoche representa la «destrucción total y catastrófica» de la humanidad,
—actualmente mide el grado de amenaza
nuclear, ambiental y tecnológica para la Humanidad— es corregido
periódicamente desde 1947. En el año 2017, el reloj se adelantó de tres minutos
a dos minutos y medio, actualmente marca dos minutos para la medianoche.
Desde
esta perspectiva analógica, la lección 101 de Máster Dang es realmente aplicar el
“Amor de Dios” para minimizar el sufrimiento y carencias humanas, es preservar
nuestro entorno físico y espiritual para calmar los terremotos y tormentas en
la mente humana.
El
reto es avanzar en un entorno turbulento en medio de severas crisis sociales al
crear atmósferas pacíficas sin aislarnos de las necesidades y aconteceres
mundiales, con nuestra innata búsqueda de vivir en ambientes saludables y
cambiar nuestros hábitos nocivos, hablar menos y actuar más. El alma no come,
no usa ropa, no tiene nombre, no tiene intereses, no siente emociones y no
comete pecado, pero desgraciadamente nuestro cuerpo físico si, y nuestros seres
queridos también.
Para evitar el error que como humanos cometemos desde el pasado hasta
ahora acerca del ego al manifestarlo en forma de egoísmo, codicia, odio y
lujuria; y así, de forma más significativa cambiar el hábito de esperar ayuda
de los demás, al de tratar de ayudarnos nosotros mismos y a los demás, al dejar
de ser esclavos de las posesiones materiales, está es la principal
característica de la “gente nueva” con verdadera libertad, misma que proviene
de ayudar y amar a las personas de forma incondicional. De otra forma jamás
podremos aprender la lección 101. masryram@msn.com
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