Opinión No. 95 viernes 23
de febrero de 2018
Por Marisú Ramírez
Es triste
siquiera mencionarlo, pero en nuestro país difícilmente tenemos un dejo de
conciencia política. La política está ahí de forma permanente. La forma en que
incursionamos en ella es lo que marca la diferencia.
Según el
Instituto de Investigaciones Jurídicas ...El conflicto surge entre valores
considerados como morales y valores políticos, o entre la llamada moralidad
pública y la moralidad privada. Grosso modo podemos decir que la objeción de
conciencia se plantea como una contradicción entre las obligaciones
establecidas por el derecho y por la moral.
Hablando
de forma cuantitativa, la manifestación en favor de tal o cual candidato,
realmente importa poco, en las contiendas alguien gana y otro pierde, necio es
repetirlo.
En realidad,
los que perdemos somos nosotros, los actores pasivos en la política, bajo el
argumento de “qué tanto es tantito”. Los taquitos están muy buenos, aunque
tenga que hacer largas filas y las tortillas frías, donde carece de importancia
si la despensa otorgada tiene tres o más productos, lo que realmente importa es
no regresar con las manos vacías a casa.
Sin
embargo, lo que suele ocurrir es que la mayoría se manifiesta a favor del acto
de recibir la dádiva y otros pocos en contra de ella. Esto en general, no puede
tener otra consecuencia que cierta ruptura en la sociedad.
A fin de cuentas,
el gobierno es un reflejo de la sociedad, donde no tiene nada de malo tener una
preferencia política. Pero si ese gobierno está en el poder es porque todos lo
sostuvimos y sostenemos activa o pasivamente, todos somos responsables de que
ese gobierno esté allí, ostentando el poder.
El político
estadounidense Franklin D. Roosevelt mencionó alguna vez que …la aspiración democrática no es una simple
fase reciente de la historia humana. Es la historia humana.
Por lo
tanto, podríamos cuestionar por qué la evolución política en México dista mucha
de serlo. Padecemos lo impensable en otras naciones, es culpa de la
permisividad, que en gran parte se va dando con los contextos político, económico
y social; y nos empuja a la intolerancia.
En
general lleva años obtener conciencia política, y en México aún no estamos
acostumbrados a poner en tela de juicio nuestras verdaderas carencias. Cuando todos
comprendamos de forma suficientemente crítica y se transforme nuestra
conciencia, entonces esos gobiernos no volverán. Ya lo dijo Antonio Machado “En
política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien
pretende que sople el aire donde pone la vela”. Es difícil derrumbar nuestro sistema
de creencias. ¿Cierto?
Debemos
actuar para transformar nuestro país y nuestras instituciones. Considerar que lo que está ocurriendo, tanto socialmente
como individualmente, es algo necesario para nuestra evolución.
Apliquemos
nuestra entereza y con firmeza mostrar algo diferente a la sociedad, pero sin
lastimar a nadie porque eso demerita nuestra calidad humana al volvernos seres
carentes de respeto y tolerancia a los que piensan contrario a nosotros.
La
ambivalencia empeora el problema de separación y ruptura que estamos viviendo. Seamos
seres conscientes de nuestras necesidades sociales que son muchas, dejemos de
compadecerlas y padecerlas a cada momento. Por respeto a nuestros seres
queridos y a nosotros mismos, evitemos pagar las consecuencias de nuestras
malas acciones y decisiones políticas.
Es necesario reflexionar lo que somos como sociedad
y lo que somos como individuos al formar parte de esa sociedad y sacar a la
superficie temas mucho más profundos, donde cada uno hará su propio análisis y
tomará la decisión que lo ayude a encontrar un lugar “activo” dentro de los
procesos electorales. masryram@msn.com
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