Opinión No. 120 viernes 17 de agosto de 2018
Por
Marisú Ramírez
(Texto y foto)
El desarrollo de la vida humana no se
queda en una buena actitud, esto va más allá, puede afirmarse sin temor a
equivocarse que la educación es la base más sólida de una sociedad.
El futuro deseado parte de las
decisiones sabias, esas solamente pueden emitirlas ciudadanos enterados,
personas al tanto de lo que sucede en medio de un remolino de utopías. Importante
es reconocer, en todo momento la capacidad intelectual, ética y moral de los guías
sociales, derivado esto de su calidad humana valorada y comprobada.
Me refiero a este asunto desde la
educación porque México ha formulado amplios proyectos al respecto, muchos no
se ajustan a la realidad del contexto social y quedaron en mera teoría o buena
intención sin ajustarse a las condiciones de la vida nacional, es en otras
palabras, un proceso que ha cedido su lugar a eventualidades o privilegios
gremiales, ignorando la formación educativa de las nuevas generaciones. La
buena educación es cara, pero el precio que se paga por la mala educación es
todavía más alto, ha dicho el filósofo Don Fernando Savater, lo cual es
indudable.
Se sabe de las buenas intenciones de los
gobiernos a partir de los diagnósticos en relación con este asunto, no tiene
por qué quedar ahí, recuerdo que, en el resultado de uno de tantos rankings del
Foro Económico Mundial, México queda en el lugar 102 de 122 naciones, esto con
respecto a su calidad educativa, asunto inadmisible desde donde se le contemple.
Por otro lado, el
Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2015 difundió sus
resultados nada favorables para México, con respecto a las naciones agrupadas
en la OCDE se está por
debajo del promedio en
ciencias, lectura y matemáticas; al obtener en estos tres campos una media de 416
puntos frente a los 492 de los 34 países que conforman el organismo.
"en estas tres áreas, menos del 1%
de los estudiantes de México logran niveles de competencia de excelencia (nivel
5 y 6)". Habrá necesidad de dar seguimiento puntual para superar estas
dificultades.
Se sabe la importancia de una buena educación como
soporte de la democracia, así como decisiones acertadas ante retos de toda
índole, es casi como sacarse la lotería el poseer ciudadanos educados
correctamente, lo cual permita decisiones sabias en este siglo convulsionado,
siempre con la actitud de ser mejores seres humanos, preocupadas por la vida;
el medio ambiente, la mejor convivencia y sobre todo llevar a su país hacia
adelante en todos los sentidos.
Habrá que esperar muchas respuestas en materia
educativa, ahora que se iniciará el nuevo gobierno a partir del primero de
diciembre del año en curso, sobran los cuestionamientos y serán las acciones
directas las cuales terminarán con la tormenta de incertidumbre prevaleciente,
ya no se espera la calma, sino por el contrario actitudes que lleven a México a
un mejor estadio de satisfacciones educativas.
Hoy regresan más de 20 millones 608 mil 303
estudiantes a sus aulas, todos con la esperanza de recibir educación de calidad
de los más de un millón de docentes en los 225 mil planteles en el país. Las
lecciones diarias tendrán que mejorar permanentemente, ese es el objetivo primordial,
el cual no podrá eludirse.
Los cambios cualitativos (calidad) de los
procesos educativos no tienen su base en la incertidumbre, menos aún en la calma
pasmosa, debe ser una transición clara y satisfactoria, apegada a la realidad
sin artificios, los niños y jóvenes no son solamente estudiantes, serán en el
futuro los mejores ciudadanos si se les atiende con el esmero que requieren
para su formación.
Regreso al filósofo Don Fernando Savater, él defiende al docente para el
profundo proceso de la educación, señala que es indispensable; es la educación
un soporte importante en la vida y debe ser frente a una persona que guie, que
sepa enseñar, esto por encima de las nuevas tecnologías y según Savater, que
mejor que las palabras cara a cara con la sabiduría del educador. masryram@msn.com
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