La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro |
Opinión
No. 136 viernes 14 de diciembre de 2018
Por
Marisú Ramírez
(Texto y foto)
Esta
es una época donde la vida está saltándole a la cara a muchas personas. Sin
embargo, parece que lo que se hace es poner atención al mundo exterior y luego permitirle
que sea motor y circunstancia en la que se toma una decisión según lo que se piensa
qué es lo correcto. Lo que no deja de ser la opinión de otros.
Para
definir la vida no hay una respuesta correcta única, no hay política, doctrina
ni filosofía determinante. Enfocarse en el cómo crear ese espacio interior para
seguir ese sistema de guía interior que dice: Esta es mi verdad, así es como yo
deseo vivir, como yo quiero existir, como yo quiero expresarme, aun cuando eso
no esté bien con los de afuera.
El
filósofo, teólogo y pedagogo alemán Berth Hellinger sintetiza la vida de esta
manera:
“La
vida te desilusiona para que dejes de vivir de ilusiones y veas la realidad. Destruye
todo lo superfluo, hasta que queda sólo lo importante. No te deja en paz, para
que dejes de pelearte, y aceptes todo lo que “es”. Retira todo lo que tienes,
hasta que dejas de quejarte y agradeces. Te envía personas conflictivas para
que sanes y dejes de reflejar afuera lo que tienes dentro.
La
vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que decides a aprender la
lección. Te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de
querer controlar y fluyes como río. Te pone enemigos en el camino, hasta que
dejas de “reaccionar. Te asusta y sobresalta todas las veces que sean
necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobres tu fe. Te quita el amor
verdadero, no te lo concede ni permite, hasta que dejas de intentar comprarlo
con baratijas. Te aleja de las personas que amas, hasta que comprendes que no
somos este cuerpo, sino el alma que él contiene.
La
vida se ríe de ti, tantas veces hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y
te ríes de ti mismo. Te rompe y te quiebra en tantas partes como sean
necesarias para que por allí penetre la luz. Te enfrenta con rebeldes, hasta
que dejas de tratar de controlar. Te repite el mismo mensaje, incluso con
gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas.
La
vida te envía rayos y tormentas, para que despiertes. Te humilla y derrota una
y otra vez hasta que decides dejar morir tu ego. Te niega los bienes y la
grandeza, hasta que dejar de quererlos y comienzas a servir. Te corta las alas
y te poda las raíces, hasta que no necesitas ni alas ni raíces, sino sólo
desaparecer en las formas y volar desde el ser.
La
vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro. Te
acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir. Te ridiculiza, hasta
que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así te conviertes en todo. La
vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar. Te
lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y
agradeces respirar. Te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta
que sales a buscarlos. La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en
todos. La vida te acorta, te poda, te quita, te rompe, te desilusiona, te
agrieta, te rompe… hasta que sólo en ti queda amor.”
Por ello, así como la vida; la mayor parte del tiempo tomamos decisiones
basadas en acuerdos preconcebidos e inconscientes sobre cómo funciona el mundo,
se asume que así es como funciona, lo que presenta un desafío para muchos,
decidir que lo que está afuera es realidad virtual y la actuación o
participación es para el resto del mundo. Donde se decide participar o no, y
solamente se convierte en un observador. Cuando se reconoce ese punto de partida,
se vuelve consciente el darse cuenta de que algo sucede en realidad, pero no es
lo que está allí afuera. masryram@msn.com
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