lunes, 9 de marzo de 2020

Solamente justicia


Opinión No. 160 viernes 14 de junio de 2019
Por M en E. Marisú Ramírez 
(Texto y foto) 
 
El ser humano sensato no admite divisiones, es de una sola pieza, otros si son proclives a separarse, atomizarse, engañarse y descomponer su pensamiento de acuerdo con su conveniencia, sin contemplar reflexivamente los dramas reales y cotidianos que hacen sufrir a la sociedad.

De época en época se conforma la historia, con sus características particulares la vida enseña que no hay victorias definitivas, nada se consigue realmente para siempre en los actos humanos. Desafortunadamente sus acciones irracionales se multiplican en aspectos inacabados.

La llamada “Impartición de Justicia” con amplias variables y tipificada en leyes, normas éticas y morales, tratados internacionales, además de otros documentos como códigos penales por entidad y naciones de todo el orbe; sin embargo, lograr una justa aplicación de la justicia es una de las labores humanas de mayor complejidad en el mundo.   

Pese a lo anterior, la violencia afecta de forma cotidiana a familias completas, donde los más vulnerables son los niños. Organizaciones mundiales luchan contra la erradicación de la violencia, las injusticias, la esclavitud, la impunidad, la corrupción, el crimen organizado y un sinfín de cuestiones que están lastimando seriamente no sólo a la sociedad sino también a nuestro hábitat y a esos seres tan indefensos del reino animal.

Al reflexionar sobre el tema, mi mente inexorable me lleva a ese escondrijo donde guardo mis poemas favoritos, recuerdo uno en especial del chiapaneco Jaime Sabines. Ahí describe a la humanidad y su contrastante esencia, el cual sé han leído mis lectores:

“Me encanta Dios”

Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos.

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para siempre.

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.

Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.

A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

Son demasiados los agravios a las familias mexicanas, las leyes deben ajustarse a los requerimientos de los tiempos; evadir el acostumbrarse y ser sólo un observador pasivo, la violencia debe abatirse con inteligencia, no termina con un decreto o movilizaciones masivas de militares, sino con la aplicación correcta de la justicia. masryram@msn.com

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