Opinión No.186 viernes 03 de enero de 2020
Por
M en E Marisú Ramírez
(Texto y foto)
Es
un asunto apasionante el tema de los sueños, todo ser vivo los vive de diferente
forma, mientras que los humanos interpretan desde sus símbolos específicos
emanados de sus conveniencias y en ocasiones se colocan máscaras a fin de
disimularlos.
He
revisado varios estudios al respecto, muchos contienen su valor simbólico
traducidos en imágenes convencionales al que las produce, obviamente parten los
reportes científicos de la interpretación del lenguaje desde el inconsciente
con una carga significativa universal de acuerdo con las vivencias del que
sueña: las cargas emotivas del acto colectivo.
Las
oportunidades para el ser humano cuando sueña exigen alto grado de responsabilidad,
de cara a cómo interpreta el mundo actual y en especial en esta nueva década,
cambian las estructuras del pensamiento y se nota más la obligación de ir de
frente a la solución de los problemas, se asoma la parte interdisciplinaria
para descifrar lo global desde lo que se piensa y anhela, en este punto coinciden
psicólogos, antropólogos y sociólogos; incursionar en la calidad de las
emociones en la formación de la cultura responsable del significado de los símbolos.
En la actualidad algunos filósofos se han sumado a la necesidad de comprender
el comportamiento social a partir de las emociones sociales.
Cuando
los deseos propios son en el sentido de que se cumplan los sueños de los seres
queridos, pareciera que sólo es satisfactorio, sin embargo no lo es; en la
mayoría de los casos la sociedad ha enfrentado cambios irreversibles, en
ocasiones demasiado violentos desde donde se les vea y eso queda y se reproduce
en el inconsciente colectivo.
Se
coexiste en una sociedad de consumo, basta ver las estadísticas, compradores
compulsivos adquieren todos los productos, aunque no se requieran, entonces se
desprenden los sentimientos de culpa al distinguir las necesidades reales de la
familia. Es como el adicto a las drogas, cada vez requiere mayor intensidad, su
cerebro se lo exige, así inicia el consumo de nuevas drogas. En los sueños el
inconsciente pone en guardia, avisa de los excesos con distintos símbolos, lo
importante es la interpretación responsable.
El
filósofo multidisciplinario Eduardo Nicol señala con exactitud la necesidad que
tiene el ser humano de llevar un proceso de autoconocimiento debido a la
radical historicidad del ser humano, exige que al conocerse a sí mismo el
hombre tome en cuenta a la vez su dimensión universal (su ser en tanto humano)
y su dimensión particular (su ser de hombre concreto, histórica y culturalmente
situado). Todo lo que reprime las manifestaciones de la expresividad, reprime
por ello mismo la expansión del ser, diríamos que es un atentado ontológico, o
si se quiere, existencial. El hombre tiene derecho a ser, porque su ser no le
es dado completo, y tiene que ir haciéndolo.
De
ahí la responsabilidad de interpretar y desear los mejores momentos para que la
reproducción de la realidad en los sueños sea acorde a la realidad sin distorsiones.
Carl
G. Jung, en vez de limitarse a buscar contenidos sexuales reprimidos desde la
infancia, pone más énfasis en la vida actual del soñador, intentando encontrar
la manera en que el sueño puede ser un tesoro creativo con el potencial de
reforzar la personalidad. Jung también rechaza la técnica freudiana de la libre
asociación para la interpretación del sueño. Así como él demasiados
psicoanalistas coinciden en la responsabilidad del que sueña al interrelacionar
la realidad.
La
congruencia de los sueños con los buenos deseos de realización equilibra las
emociones con la realidad, todo esto con base a la honestidad de lo que se es
en la construcción de las actitudes sanas, sin presunciones y mediante la
aplicación de la energía positiva necesaria para alcanzar lo deseado. masryram@msn.com
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