lunes, 16 de marzo de 2020

Ineludible


Los momentos de esta etapa histórica enseñan la necesidad de evitar tropiezos...
Por M en E Marisú Ramírez
(Texto y foto)

Además de no rezagarse, el tiempo es interminable. El reloj de la vida avanza sin anticiparse a las circunstancias que le dan la razón por ser autónomo: nadie se atreve a contravenirlo, es así como el tiempo se burla del ser humano carente de pericia, de donde le surge la ignorancia para aniquilar lo poco que hubo de inteligencia.

El reflexionar desde mi formación profesional me permite distinguir la importancia de cuidar este excepcional recurso, para muchos intrascendente, por su mínimo esfuerzo para comprender su lugar en el mundo o tal vez el desinterés emanado de su tristeza al no avanzar como desearía, existen muchas y variadas causas las cuales van construyendo obstáculos y barreras interminables.

El tiempo es un asunto apasionante por sus múltiples variables para interpretarlo, el tiempo no llega ni se va, el tiempo solamente es. Por tal, es necesario dimensionar su momento en espacio, materia y energía. Para los que se lamentan por falta de tiempo habrá que aclararles su falta de creatividad para utilizarlo, no debe sobrar ni faltar, si acaso se nota que sobró es porque no se aplicó en su justa proporción, todo lo realizado está contenido por un tiempo, nada fuera de su dominio.

Los momentos del tiempo son preciosos, cuando no se utilizan seguro otro los aprovechará, esto no se discute, es verdad y muchas personas tienen conciencia del desperdicio que se hace del tiempo cuando ya es tarde para recuperarlo. Nada más triste para un ser humano. 

El tiempo es indolente, físicamente solo se compara con el viento, pasa avasallante frente a la humanidad atónita. En la mayoría de los casos se ignora la esencia de lo que se busca, y se deja de lado lo esencial. Los yerros surgen del imaginario colectivo, son producto de la falsa percepción, tal vez por ausencia de saberes.

En alguna charla escuché a un especialista en metafísica quien sostuvo que los recuerdos no son parte del pasado humano, ni tampoco la imaginación es manifestación del futuro; los dos momentos son temporales, se mezclan para interactuar y abrir camino al pensamiento en su justa dimensión.

El tiempo lo contiene todo y lo integra con amplitud; nada acontece fuera de su dominio. Los seres vivos estamos contenidos en él, se sabe que los que se marcharon del plano físico dejan de existir en la materia, están en el recuerdo, en el sitio imaginario, no se sabe si más allá de los dominios del tiempo, esa dimensión solamente ellos la conocen.

Algunas personas saben de la capacidad del tiempo para integrar sus acciones, eso sucede por su maravillosa estructura cundo se hace compatible y fusiona con aquellos que lo aprovechan; todo está contenido por él a partir de la energía y sus frecuencias utilizadas por los individuos conscientes de su beneficio. Frente a esto está la oportunidad de saber utilizarlo, en otras ocasiones da la impresión de que se le ignora.

Los momentos de esta etapa histórica enseñan la necesidad de evitar tropiezos, las sociedades mundiales viven con mayor miedo que antaño, se cierran los caminos para experimentar pruebas fuera de lugar, es necesario enmendar errores cometidos al medio ambiente y a todo ser existente, esto tendrá necesidad de ser lo más rápido posible, las amenazas no dan tregua y surgen severas incógnitas ¿de verdad hemos agotado el tiempo? ¿el momento es ahora? o ¿es demasiado tarde? 

Vale la pena recordar una parte de la obra del Ser y Tiempo del gran pensador Martin Heidegger donde reflexiona el sentido del ser y su señalamiento estructural: es el tiempo el que pertenece al sentido del ser, es el sentido de existir en otras palabras. Es el ser humano con sus resultados lo que llena el vacío de lo anhelado por él, es la mejor forma de corresponderle y convertirlo en aliado ineludible. masryram@msn.com

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