lunes, 9 de marzo de 2020

Epidemia global


Opinión No. 158 viernes 31 de mayo de 2019
Por M en E Marisú Ramírez
(Texto y foto) 
 
Cuál es la respuesta social cuando un ser humano, aparentemente normal se desconecta de la realidad, sus pensamientos están anulados, no hay comprensión de los acontecimientos. La incomprensión es compleja y, en la mayoría de las ocasiones, excluyente. 

Darles la espalda a esas personas e ignorar su situación es delicado, error en que se ha caído por generaciones; sin pretender realizar una crítica superficial, esa desconexión de la realidad la Organización Mundial de la Salud (OMS) le llama “ansiedad”, denominada en algunas naciones como epidemia de este siglo 21.

Preocupa a las ciencias médicas y sociales este comportamiento que va de episodios simples a situaciones depresivas agudas. Para nadie es ajeno esto, es un padecimiento mental sin duda, aunque los enfoques más preocupantes son sus manifestaciones sociales evidentemente surgidas de mensajes informativos violentos, disfunciones político-económicas como el aplicar aranceles a productos mexicanos dirigidos a los Estados Unidos, evidentemente en detrimento de la economía familiar, usurpación de identidad (robos) y tantos otros aspectos nocivos. 

Es así que durante una conversación con amigos especialistas interesados en este problema, la conclusión fue directa: no segregar a todos los conocidos (amigos o familiares) y verlos como seres raros; llamarlos a disfrutar la vida, sacarlos de  esquemas depresivos a los que están expuestos con motivación a partir de que ningún ser humano busca estar triste, tampoco elige estar aislado del conjunto social; la clave es hurgar en el medio donde se desenvuelve y encontrarle sentido frente a la ansiedad que provoca no tener lo que se anhela. 

Nadie elige el camino del sufrimiento como forma de existencia, en eso también están conscientes los especialistas de los cuales desprendo su valiosa visión sociológica y antropológica para la explicación de este flagelo de la era global. La felicidad es un hermoso estado de ánimo, consciente y sumamente personal, no es una imposición mercantilista desgranada del occidente como la mejor forma de existir. Las personas se deprimen cuando no ven realizados sus proyectos y sufren hasta llegar a auto derrotarse.

En el ambiente existen diversos factores que llevan de la mano a los seres humanos a sentir ansiedad. Históricamente se nos ha condicionado mentalmente a que la finalidad de la existencia es ganar/tener/ser el mejor en todo, y cuando no es así la frustración impide ver que el sentido de la vida es la sana convivencia, sin importar quién sea el ganador. Importante recordar, la felicidad es un trayecto no un destino, consiste en dormir sin miedo, despertar sin angustias y disfrutar cada momento de forma empática y responsable con todo ser viviente sobre y con el planeta.

Se hace necesaria una reformulación de lo que puede rescatarse como alternativa a la ansiedad depresiva, no basta leer textos de autoayuda, menos aún sentirse empoderados ante las adversidades y sentirlas superadas cuando es todo lo contrario. Algunos de mis conocidos apuestan por la meditación y disciplinas afines. Existen pruebas que la meditación y algunas técnicas de respiración reducen la ansiedad y en ocasiones sacan a las personas de severos cuadros depresivos.

Los antropólogos realizan razonamientos interesantes con el fin de otorgar explicaciones convincentes, uno de estos es cómo se ha orientado a los seres humanos a través de creencias religiosas basadas en sentir culpa por todo lo adverso, el castigo y hasta el punto extremo el sacrificio. Nadie puede negar que a la sociedad así se le ha orientado históricamente. 

Los sociólogos dejan puntos claros al respecto; a menudo las personas son despedidas de su empleo por cuestiones tan infames como el rebasar la edad laboral, tema que merece una reflexión especial por las implicaciones psicológicas a las que son sometidos los “adultos no tan mayores” en México, donde no se contempla el cómo enfrenta la realidad ese desplazado, menos aún su tolerancia a la frustración como barrera para encontrar una nueva posición laboral, tema extremadamente complicado. 

Las alternativas terapéuticas tienen su base en el comportamiento social del individuo, comprender ampliamente sus maravillosas aptitudes, considerar sus necesidades sin imponer formas de pensar, normas sociales alejadas de la razón y la dignidad humana; la depresión y la ansiedad quedarían empequeñecidas si hubiera más conciencia y una verdadera preocupación por nuestros semejantes. masryram@msn.com

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