Opinión
No. 157 viernes 24 de mayo de 2019
Por M
en E Marisú Ramírez
(Texto y foto)
Limitar
el pensamiento positivo del ser humano es imposible. No existe nada por encima
de la creatividad permanente surgida de su inteligencia. La cultura de la ley
es producto de convenios sociales a través de la historia de la humanidad.
Sabiduría
es conocimiento acumulado, se vive una época emergente donde ya no es posible
la aventura, donde se nos ha regalado la oportunidad de analizar y comprender
el pensamiento de titanes creadores de más de dos mil años, con diversas alternativas
ante avatares indeseables como los que se padecen en la actualidad.
Así
se teje la historia con pactos de civilidad salpicados por incongruencias, las
cuales poco a poco se analizan y se supera lo inservible con conciencia. El
riesgo es acostumbrarse a lo cotidiano cuando contradice al progreso. A nadie
con el mínimo de inteligencia se le permite contradecirse, en otras palabras,
ser joven es transformar el entorno para beneficio de todos los integrantes de
la comunidad, es no ir contracorriente.
Las
leyes emanadas de la constitución de cada nación son una constante que otorgan
la mejor convivencia, no son veleidosas sino producto de voluntades consensuadas, generosas y llenas de entusiasmo para los que esperan lo mejor,
México no es la excepción. Los miserables de pensamiento no las contemplan
igual por sus injerencias perniciosas.
Lo
que no permite a esos seres salir a la luz y contemplar el resplandor de una
iniciativa legal para mejorar, se han acostumbrado a permanecer en la sombra,
esa es su cotidianidad. Vale la pena recordar que los romanos tenían claro dos
clases de infamia, las llamadas de facto y las de derecho, ambas decretadas cuando
los ciudadanos efectuaban actos contrarios al orden, la moral y buenas
costumbres.
Es
triste que a 102 años de vigencia de la Constitución de 1917 promulgada en
Querétaro, misma que lleva adelante los procesos jurídicos de México, los ciudadanos
desconozcan en su mayoría su contenido, cuando en ellos se fijan con claridad
los ámbitos: legislativo, judicial y atribuciones del ejecutivo. Documento
sumamente grandioso donde se estipulan atribuciones para conformar la función
de la organización total de las instituciones públicas de México: derechos y
deberes, nueve títulos, 136 artículos, 19 transitorios:
Los
primeros 39 artículos son la parte dogmática que contienen los derechos humanos
y las garantías de los mexicanos, extranjeros y las obligaciones de los
ciudadanos; y 98 restantes son la parte orgánica que define con claridad y
precisión la organización de los poderes públicos de la nación, definiendo sus
ámbitos de competencia, a la soberanía nacional que radica en el pueblo y la
forma de gobierno que debemos tener; esto es, una república representativa,
democrática, laica y federal, compuesta por estados libres y soberanos.
Una
de las reformas constitucionales que ha ofrecido el presidente López Obrador, es
la relacionada a la Educación, sin duda prioridad nacional ─después de la
salud, claro está─ se espera con ella cese la lucha por el poder y los
privilegios de grupos ajenos a esta necesidad nacional. Los que han padecido
estos altibajos políticos son los niños los cuales se cuentan por millones, los
puntos relevantes de ésta son:
1) La
educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas,
con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva; 2) El Estado
priorizará el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes; 3) Ratifica
la rectoría del Estado en el control de las plazas docentes; 4) El magisterio
es el agente fundamental del proceso educativo y reconoce su contribución a la
trasformación social.
Una sociedad desinformada sin cultura jurídica, a todos debería
preocuparnos, de otra manera no existe forma de avanzar como país verdaderamente
civilizado y ser una sociedad sustentada, consciente y preocupada por sus
futuras generaciones. masryram@msn.com
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