sábado, 14 de marzo de 2020

Acelerados



Opinión No. 180 viernes 22 de noviembre de 2019
Por M en E Marisú Ramírez
(Texto y foto) 
“Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar”
Pedro Calderón de la Barca

Las prisas sin sentido, originadas en la época global con su carga de estrés en la mayoría de los casos originan consecuencias desafortunadas. Por tal será necesario un alto en el camino para realizar una reflexión profunda sobre los acontecimientos negativos originados por el vértigo de la aceleración humana.

A diario se ve a muchas personas que van de prisa de un lugar a otro sin explicarse ni valorar su actitud, o simplemente pensar a fondo si se podrá realizar una actividad sin necesidad de acelerar el ritmo normal para alcanzar el objetivo pretendido; se abandona la serenidad para llevar a efecto los quehaceres cotidianos al enaltecer al que es mejor por realizar con rapidez sus actividades, comprometiendo la calidad en el servicio.

En pocas ocasiones existe la intención de ver la existencia desprovista de gran velocidad, sea a bordo de un vehículo o a pie; lo importante es lograr lo anhelado o simplemente vivir acelerado y acrecentar el estrés por encima de la tranquilidad requerida para sosegar posibles daños a la salud y lo más grave: a terceros. 

Las grandes urbes no tienen la característica de existir en la soledad de lo preciado, la tranquilidad. Los visitantes que cada año eligen a este espléndido puerto vacacional no vienen a estresarse, por el contrario, visitan este paradisiaco lugar para mejorar su salud y, por ende, su vida; para eso salen de sus ciudades donde les enseñaron a competir en todos los renglones de su existencia.

Asimismo, al contemplar el cielo vallartense durante la noche se experimenta una energía que fluye luminosa, es grandiosa la luna en medio de las constelaciones brillantes ensambladas unas con otras, así es el interior de los seres vivos, en especial de los humanos, los cuales con sus conocimientos establecen esa paz impactada por el estrés y por querer ser los primeros en todo, lo que lleva a una visión ilógica de la vida alterada por actos sin razón al percibirse fuera del proceso energético normal por culpa de la aceleración.

Esto permea en todas las actividades humanas, cuando saludamos a un amigo (a) constantemente vemos nuestro celular para consultar la hora, los mensajes o contestar llamadas, poco tiempo se dedica al saludo afectuoso y menos aún indagar cómo se siente nuestro interlocutor, tras breves minutos de charla nos despedimos sin cortesía.  

En la era digital, la aceleración humana se está incrementando con una intensidad jamás vista. Actos inconscientes, los cuales poco a poco se transforman en estilos de existencia. Basta observar a las personas para ver en sus rostros la prisa devastadora. 

Darse prisa, aunque no se contemple cuál será la consecuencia de retar al tiempo; a muchos les enoja no culminar sus objetivos planteados o llegar a su destino, en su interior se agota la energía y se acrecientan los momentos de ansiedad, todo se desea de inmediato, se olvidan de vivir el momento y se busca la velocidad para interpretar la existencia, es una gestión equivocada de organizar el tiempo.

Esto se replica en todos los ámbitos, laboral, educativo, familiar y deportivo; en todos se exige acelerar procesos; al establecer comunicación con las personas debe ser muy rápida, la comida igual, el transporte, las relaciones sentimentales, en fin, todo lo fractura la prisa. 

Los momentos para contemplar, analizar y reflexionar parecen olvidados. Es la época en la cual se ha tornado todo en extremadamente urgente, aunque se tenga que enmendar varias veces un proceso, éste debe realizarse a la mayor brevedad. Estudios que antaño se realizaban en dos o tres años hoy simplemente basta un examen para demostrar el mínimo de conocimiento y obtener la certificación anhelada.

Es el siglo del estrés y la ansiedad, quedó atrás el disfrute de momentos de calidad, se busca un futuro que tal vez no llegue con la satisfacción deseada, las prisas hacen funcionar la mente a miles de revoluciones por segundo, lo importante es detenerse un momento, reflexionar lo que implica desgastarse con las prisas y comprender al tiempo como un aliado, no un verdugo. masryram@msn.com

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