Opinión No. 185 viernes
27 de diciembre 2019
Por M en E Marisú Ramírez
Muñoz
La vida es aquello que te va sucediendo
mientras estás
ocupado haciendo otros planes.
John Lennon
El Año Nuevo no tiene una bola
de cristal, se traducirá en retos, se vestirá de anhelos, para dejar atrás las tristezas
del 2019 que concluye con la precipitación del tiempo, es necesario abrir un
halo luminiscente de esperanza que invada la esencia del alma.
El albor de la razón será guía
permanente en este nuevo periodo, como se sabe el perfeccionamiento
simultáneamente teje un código ético de progreso, un sólido puente de humildad
dedicado a proteger con visión original a todos los que se atrevan a transitar
por él.
Es México una nación hermosa
desde cualquier ángulo, en todo momento y en especial en este nuevo lapso
estará preparado para resistir actitudes negativas, frenar los escarnios para
darle forma a los sueños después de las celebraciones de fin de este 2019 que
ha dejado demasiadas pérdidas, indecisiones y tristezas para los seres
sensibles.
Este 2019 parece no terminar
con su caudal de angustias y problemas de todo tipo; ante eso los que tenemos sueños
no dejamos que escape de nosotros la esperanza de ser mejores cada día,
estaremos enamorados de un mejor futuro, la razón será mantener una actitud contraria
a todo lo antisocial, porque se ha acostumbrado a la sociedad a esas actitudes dañinas
y solamente conducen a escenarios de angustias y miedo; por tal darles la
espalda a las adversidades y pensar positivo en el 2020.
La clave para alcanzar la
añorada felicidad y deseos expresados por los que nos quieren será por encima
de malas emociones derivadas de tantos sucesos negativos en el mundo, los
cuales generan sobredosis de impactos noticiosos deprimentes y desventurados.
La fórmula para este 2020 será
pensar cómo ayudar a los que piensan y actúan en beneficio de los más
necesitados; emprender un viaje real para consumar sueños y consolidar proyectos
al mantener viva la flama de la esperanza, esto parece ser una utopía, no lo es
si se olvida al actor principal de esta mala obra: el protagonismo.
Finaliza el ciclo con un
caudal de nostalgia, los supuestos están invalidados para iniciar una nueva
etapa de existencia, todo lapso será mejor al que concluye, es una oportunidad nueva de
hacer lo mejor posible, la condición será abandonar pensamientos y actos
negativos a la naturaleza racional humana.
Pareciera ser complejo por los
retos de esta era, de ahí la necesidad de sobresalir en la lucha contra
nosotros mismos, eso brindará fortaleza a la llamada identidad de los
triunfadores, distinguir energías creativas en toda su variedad y valiosas manifestaciones
que se adecuen a las posibles dificultades por venir.
Las mejores historias de vida
no surgen de los buenos deseos expresados por personas apreciadas, son las
acciones personales las determinantes, la reflexión de aquello que debe dejarse
a un lado. Con razones se defiende la identidad. Distinguir la pobreza material
de la mental, no hacerlo en esta nueva oportunidad servirá de poco.
Jorge
Luis Borges:
“De
tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que
tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo
que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré. Me asombro tanto como es el
ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para
aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía. Intenté ayudar
tantas veces a los demás, que aprendí a esperar que me pidieran ayuda. Traté
siempre de que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan
imperfecto como debe ser (incluyéndome). Hago sólo lo que debo, de la mejor
forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran”.
Con el anhelo de esparcir
minúsculas partículas de sabiduría para llenar el espíritu de fortaleza y
trascender en los sueños con indiscutible fuerza, sin retornar a las adversidades
sufridas en este viejo que se va, el mejor deseo para todos en esta nueva
oportunidad llamada 2020. masryram@msn.com
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