Opinión No. 152 abril 19
de 2019
Por
Marisú Ramírez
(Texto y foto)
En el mundo
existen más ladrones que personas honradas. La moda es robar, por ello trataré
de llevar mi comentario a escenarios de explicación para los que nos partimos
el alma a diario con el fin de conformar el patrimonio familiar.
Existen
diversas modalidades de robo y diferentes tipos de ladrones también; los más
peligrosos son los cerebros criminales del ciberespacio que roban la
información de las tarjetas de crédito en el mundo y por el otro lado están los
que destacan por la frecuencia de los hurtos de manera tradicional: ladrones de
poca monta que, con los precios del mercado, ya no existen artículos de poca
monta.
En la
actualidad, la frecuencia y modus operandi de estos criminales, lleva a las
personas a los límites de la desesperación. No sólo es por los bienes
materiales, sino también por los daños que esto ocasiona: robo de vida, de
tiempo, de identidad, de esfuerzo, de tranquilidad y de tantas otras cuestiones
que se involucran con esta nefasta acción.
Los principales
delitos van desde el robo o asalto de bienes o dinero, extorsión, fraude,
vehículos, mercancías en tránsito, daños a viviendas, maquinaria, equipos
técnicos y especializados, tecnología y aparatos electrodomésticos y el colmo,
tuberías y cables conductores de gas y electricidad, respectivamente. Históricamente
el patrimonio de los mexicanos se ve seriamente afectado, porque la mayoría adquiere
sus bienes a crédito o de contado, siempre con la ilusión de disfrutar de su
esfuerzo.
El primer ladrón
Cuando esta noble arte (la de robar) no tuviera
otra excelencia que la antigüedad de su origen y nobleza de su primer inventor
bastaba para que todo buen entendimiento le confesara y tuviera por la más
noble y principal de las que hoy se practican en el mundo. Ella tuvo principio
en el cielo; su primer inventor fue uno de los más bellos ángeles que en él
había, cuya hermosura, dignidad y grandeza era tan alta y subida de punto, que
los más curiosos de su perfección no hallan otro título más propio con que
engrandecerle (Lucifer), que el de estrella de la mañana, lucero del Alba,
presidente de la Aurora y embajador del Sol. Éste, pues, fue el primer ladrón
que hubo en el mundo, el cual, vencido de un ambicioso deseo, se arriscó
temerariamente a robar la gloria y solio de Dios; pero fue desgraciado, porque
le prendió la justicia en fragante delito, y, confiscándole todos los bienes
que tenía, le condenó a cárcel perpetua, junto con otros cómplices suyos… Fuente: Nexos, Carlos García, La desordenada
codicia de los bienes ajenos. La antigüedad y nobleza de los ladrones (1619),
Editorial Fontamara, Barcelona, 1974.
Los ejemplos sobran y cuando existe
denuncia de las víctimas de robo, miles de carpetas se acumulan a diario sobre
estos ilícitos en todas sus modalidades. Lo curioso es que algunas de ellas
comienzan a dejar mensajes intimidatorios y otros de tipo cultural a los
rateros para inhibir los robos, pero esto a los amantes de lo ajeno parece no
importarles:
Al
ratero que se las ha llevado: No creo que seas capaz de devolver las dos
revistas “Triana” que has cogido de mi buzón, pero si espero que las leas y las
disfrutes. Ya verás cómo un poco de cultura y algo de educación te harán ver la
vida de otra manera ¡Ánimo, NO ESTÁS SOLO!
O este otro “Si robas de nuestro ruibarbo, tira de la raíz con el tallo. Al cortar
el tallo de la base, el ruibarbo no vuelve a crecer. Por favor se un ladrón
considerado”.
Las personas honestas están indefensas
por la frustración y la impotencia, tristeza indescriptible, enojo intenso por
carecer de mecanismos suficientes para hacer pagar a los sujetos enfermos que
solamente se dedican a devastar a otros con sus pertenencias.
A los depredadores de lo ajeno no les
interesa los aprietos en los que meten a las víctimas, podrán adquirir autos, celulares,
aparatos diversos de los cuales se deshacen pronto por lo regular en el mercado
negro y la víctima de todo esto suele terminar en el buró de crédito.
Ahora bien, el costo energético por la
nefasta acción de robar debería de ser considerada por los inconscientes
ladrones, jamás podrán reivindicar ni honrar su propia alma, el perjuicio que se
ocasionan a sí mismos por este tipo de acciones es tremendamente horrendo,
jamás tendrán una verdadera comunión con la energía del dinero “Lo que fácil
viene, fácil se va” serán miserables por los siglos de los siglos, ¡Amén! masryram@msn.com
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