Opinión No. 172 viernes
06 de septiembre de 2019
Por M en E Marisú Ramírez
(Texto y foto)
Existe
una situación por demás obvia, aunque para algunas personas pasa desapercibida:
la palabra como epicentro de su expresión, ofenden con su lenguaje, se dice son
groseros o mal educados.
Se
expresan de todo sin darle significado coherente a su mensaje, sin núcleo; el
momento de su poder está en la respuesta del que lo recibe y la orientación le
otorga forma a sus acciones, cuando esa emisión no surte el efecto deseado es
un epicentro sin suficiente fuerza. Es en esencia, una auténtica
irresponsabilidad del emisor del mensaje.
Para
lograr una respuesta esperada de quien emite el mensaje tendrá que ser sincero,
sin recursos fraudulentos, evitar la palabrería sin sentido, eso es
irresponsable del emisor, ejemplos hay demasiados, la mayoría ofensivos,
lacerantes, más cercanos al insulto. Esto además de dañino es, por su
naturaleza, deleznable.
Después
de algunas investigaciones realizadas se deduce el enorme valor actual otorgado
a los tonos por encima de los significados reales; los ademanes son mejor
atendidos asignándoles contenidos imaginarios, se deja de lado lo que
significaría una sola palabra en la conversación con respaldo, sin
ambigüedades.
A
diario se está expuesto a escuchar pláticas carentes de sentido, de significado
y hasta de pronunciación, mismas que no aclaran nada, solamente entorpecen más
la percepción de los receptores. En salas donde se imparte justicia es común
escuchar estas construcciones ofensivas, las cuales al final disculpan al
agresor, lo dejan libre y la víctima se convierte en culpable. Casos
documentados existen.
Antes
de citar algunos ejemplos, en cualquier intercambio de impresiones orales o
escritas se aconseja detectar la esencia del mensaje, a partir de la suma de significados
claros para el al receptor, añadir aclaraciones y saber si el que escucha está
dispuesto a continuar con el tema; descartar lo indeseable u ofensivo.
A
partir de lo expuesto me permitiré destacar la facilidad con la cual se puede agredir
o perjudicar a quien se desee a través de declaraciones falsas o juicios
directos como los del señor presidente de los Estados Unidos de Norteamérica,
en especial hacia la lideresa de los demócratas de su país Nancy Pelosi, la
llamó “La Loca”, a nuestros compatriotas les ha expresado su odio al verlos
como indocumentados delincuentes.
Como
se sabe el catálogo de insultos es enorme. Por otro lado, se recordará lo
expresado por Evo Morales presidente de Bolivia cuando se fue contra las
expresiones de su homologo Donald Trump, en el momento que avivó el odio
racista contra los migrantes y los llamó animales, tanto a los que buscan
llegar como los que ya residen en esa nación.
En Twitter Morales expresó “Condenamos la prepotencia de Trump por ofender y tratar a los inmigrantes latinos
llamándolos ‘animales’, llevando el odio racista al extremo. Todas las personas
somos iguales y merecemos consideración y respeto. Nuestra solidaridad y apoyo
con las víctimas de políticas racistas”.
Cito este mensaje por la contundencia del mandatario boliviano de origen
indígena, su visión clara de igualdad y libertad que merecen en general todos
los seres humanos.
Descalificar
el trabajo o acción de un ser humano mediante la comunicación oral o escrita es
un asunto reprobable, lo único que se demuestra con esas actitudes es muestra
de la incapacidad para recurrir a elementos sólidos con la suficiente
información de respaldo, nadie debería cuestionar en falso.
El
lenguaje es un tesoro invaluable, no un cúmulo de reglas ortográficas y
aparente conexión de significados en términos precisos es nuestro patrimonio desarrollado
por mucho tiempo de avatares culturales en busca de su perfección; su presencia
en ámbitos mundiales usado para intercambiar formas de pensar, realizar
transacciones comerciales, acuerdos humanos para una convivencia sana; por todo
esto no es posible reducirlo a la grosería oral o escrita.
Aunque se entiende la facilidad de señalar defectos o inventarlos en
falso, en esta época los memes y redes sociales son ejemplo de simplicidades en
la mayoría de sus mensajes, el lenguaje es más poderoso frente a una tecnología
de inmediatez que en su gran mayoría aportan solamente contrariedades y
desazón. masryram@msn.com
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