miércoles, 11 de marzo de 2020

Dignidad sin extravío


Opinión No. 171 viernes 30 de agosto de 2019
Por M en E Marisú Ramírez

Se ha preguntado ¿qué distingue a una persona íntegra? Es la que posee solidez moral, asume sus errores y los enmienda en lo posible, mantiene una convivencia sana desde la familia y en todos los contextos donde se desenvuelve, es valiente, cordial, fuera de miedos llega a soluciones acertadas.

En cualquier parte de México la verdad es consistente, vence resistencias de aquellos que van en sentido contrario. Ciudadanos sin legalidad existen en sus nichos de confort, sin respeto a la ley y fuera de cualquier orden ético, desde ese lugar claman justicia y violentan las formaciones sociales legítimamente instauradas a través de esfuerzos históricos.

Se conformaron diversas reformas para sustituir lo inoperante, esto desde la llegada del nuevo gobierno federal, lo destacable, desde el ámbito para la aplicación de la justicia fue la Fiscalía General de la República. Tradicionalmente el machismo ha sido en México un lastre social al igual que la ausencia de denuncias por violencia de género, se calcula que más del 88 por ciento de estas faltas quedan en el anonimato.

Es lo preocupante, más aún cuando se traduce en manifestaciones violentas en un régimen de Estado de Derecho. Falta conciencia para asumir los roles asignados con responsabilidad. Los maltratos de género, a niñas y niños se dan desde el hogar; más tarde en la escuela, ámbitos laborales y sociales. La sociedad se percata de lo poco por realizar para evitarlo; la irresponsabilidad machista permea en las familias.

Lo dañino, desde el punto de vista legal, no es solamente no denunciar el maltrato ejercido en ambos casos, sino el de acostumbrarse a escenarios violentos, verlos como naturales. Irrita el vandalismo, en cualquier sociedad civilizada no es una expresión razonable, sea la causa que sea. La manifestación de mujeres en la capital del país, en fecha reciente, demostró el poco respeto por los emblemáticos monumentos nacionales. Ante el mundo se exhibió una caída en el mismo ámbito que se cuestiona: la violencia.

Nadie puede escapar a su conciencia, hacerlo lleva a una irracional forma de existir en una conformación social madura y alternativa. Se llama al respeto de las damas, lo cual es apremiante, también el auto respeto que se otorga a los demás; niños, jóvenes y adultos mayores, así como se exigen garantías para una mejor existencia deben otorgarse a los miembros familiares y de la comunidad.

Resulta inadmisible el maltrato en cualquier lugar el mundo, tolerarlo y compartirlo daña más cuando no se hace una reflexión de conciencia del acto realizado y como corresponde éste a la cultura imperante. El llamado machismo ha llegado a extremos de intolerancia y ha empoderado a las mujeres, esto no está en duda; lo cuestionable es no distinguir qué lo sostiene para abatirlo sobre bases legales.

La condena social en materia de limitantes de la libertad es el innegable primer momento. El segundo, evitar insultos de cualquier índole en el hogar, el respeto a las expresiones de libertad de cada miembro de la familia es vital para un desarrollo sano en la diaria convivencia.

En este sentido recomiendo la revisión de la íntima carta de Franz Kafka a su padre, en general el autor describe la falta de empatía de su progenitor hacia su propia vida:

 “Nuestras necesidades eran completamente distintas; lo que a mí me conmueve no tiene por qué afectarte y viceversa; lo que en tu caso es inocencia, en el mío puede ser culpa y viceversa, lo que para ti no acarrea consecuencias, puede darme un golpe de gracia.” Carta al Padre, pág. 57.

Es nocivo para una sociedad arrinconar sus debilidades por temor, las historias personales se convierten en novelas de la existencia, esas no expresadas por el miedo acumulado. Así se disipa la capacidad de ser y trascender, las circunstancias se vuelven fantasmas, frenan la inteligencia. 

Hoy y en el futuro es necesario asumir errores, no dejarlos al tiempo, él no los solucionará; lo único que creará son culpas y rencores; el asunto inicia en la formación de valores familiares y el reforzamiento con una educación asertiva. De nada vale ocultar realidades negativas, tanto mujeres como hombres tienen la llave para remontar la problemática violenta, nadie más. masryram@msn.com

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