Opinión No. 175 viernes
27 de septiembre de 2019
Por M en E Marisú Ramírez
(Texto y foto)
La identidad escrita es autodefensa,
protegerse ante un posible despojo de lo privado y original del escritor. Los
pensadores primitivos, en sus sociedades aisladas, no se plantearon esa
defensa, hasta que llegó la amenaza de diferentes sistemas culturales, eso los
obligó a definir su estilo de expresión escrita.
En la época global la
inmediatez aparta a los escritores de textos profundos e influenciables, no se
les distingue en sus estilos, se conspira o se sospecha y, en casos extremos,
se llega a la especulación de los temas tratados; las redes y su aprobación son
los instrumentos más poderosos y seductores. Las obras con más “likes” se
convierten en selectas, muchas sin serlo.
El literato poeta Pablo
Neruda, poseedor de un pensamiento múltiple, con su magnífica variedad de tonos
y fabulosos ritmos plasmados en sus obras transporta a contextos maravillosos,
fue y seguirá siendo reconocido por su estilo original y trascendental, todo
ello concordante en un sentido literario.
Hay indicios del alejamiento
del discurso escrito con respecto a los lectores, ellos se apropian lo que les
conviene añadiendo otra realidad de la que el autor original quiso expresar ─lo
cual sucede también en otros ámbitos, como en la música popular o en obras de
arte─. La analogía fina es la relación del texto con el tema tratado, no es
difícil comprender las reacciones del lector ocasional del permanente, todo queda
descubierto a través de su gramática cultural. Se puede decir que se condenan
los significados a la conveniencia interpretativa.
Cuando se interpreta nada se
obtiene sin referentes sólidos. La descripción perfecta no existe en el
revisionista desaseado, la originalidad de los textos son un desastre si las
causas no se comprenden, es una metamorfosis sin hazaña, la defensa de la
literatura queda fracturada, sobre todo cuando se lee por compromiso, fuera del
interés por encontrar el contenido real del escrito y puesta en acción para
comprender la realidad expuesta por el autor original.
Se sabe, en lo general, que un
ser humano halla su identidad solamente cuando distingue valores y
conveniencias en lo que lee sin alteraciones, sin imponer sus intereses. Esto
se distingue en el discurso histórico el cual se acomoda a los intereses de los
vencedores o el jurídico interpretado según convenga; los ejemplos sobran: en
textos especializados y en ramas de las ciencias sociales, sobre todo.
Recordar a las generaciones de
pensadores de épocas prolíficas en la exposición artística, poesía, teatro, literatura,
historia, sociología y antropología; entre otras ciencias cultivadas resulta
básico para reconocer sus aciertos, vale la pena rendirles merecido reconocimiento
a sus contribuciones al no interpretar mal su propuesta.
Examinar las fuentes del
conocimiento en las ciencias será la misión de las nuevas generaciones, esto
permitirá sin duda una visión más diáfana de sus significados y evitar el
desgarramiento interno en todos los planos, en otras palabras, empapar el
espíritu en los orígenes y tradiciones fundamentales del planteamiento original
debidamente respaldado, así como tener conciencia plena de las circunstancias
vitales descritas.
El complejo cultural no se
debe especular sin los referentes del pasado y sus entornos, las expresiones
nativas son fuente primordial, tienen variedad, así como la determinación de
sus elementos y conceptos, lo cual debe ser considerado frente a una cada vez
más preocupante dispersión propiciada por la era global.
Las distorsiones culturales
inquietan cuando descartan las tradiciones traducidas en memorias de la
identidad, si bien es cierto la tradición oral es básica, lo es también el
legado escrito para comprender la dimensión existencial de las sociedades. Es
así como la literatura configura y señala el camino de las concepciones más
ricas para recomponer la emoción del conocimiento.
Los seres humanos
preocupados por los espacios de la expresión escrita en todas sus
manifestaciones otorgan significados con paradigmas adecuados a cada ciencia,
respetar sus verdades es reconocer su identidad. masryram@msn.com
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