octubre
de 2016
Observo, leo, escucho,
percibo a través de los sentidos;
alrededor no hay nada, sólo mercadotecnia, interés, lucha de poder, propaganda
política, ego alterado… vacío. Si se
preguntase a las personas ¿Qué es lo que
más aman? Con seguridad pensarán: Amo el dinero, amo el sexo, amo la comida, amo
los autos de lujo, amo el poder – eso pensarán–
pero responderán: Amo a mi esposa, amo a
mis hijos y algunos osados se atreverán a decir “Amo la naturaleza” o “Amo a
los animales”; pero quién contestaría con la mano en el corazón “Amo al Amor” o quién se atrevería a responder “Amo a los
seres humanos” Nadie, nadie podría dar respuesta honesta a tan simple pregunta,
porque alguien se ha robado al Amor.
Lo peor del caso es que no
se le echa de menos, estamos demasiado absortos en nuestras propias vicisitudes
que nadie ha notado su ausencia. ¿Será esta la razón de por qué en el mundo
existe una gran carencia de líderes? colocamos en el poder gente sin dos dedos de
frente –si pensaron en nuestro primer
mandatario o en otros nefastos personajes que están en boca de todos por los
escándalos de sus dichos y sus acciones, no los culpo– se les olvida que son elegidos para servir.
Está inexplicable ausencia, ha provocado una
hecatombe mundial: La Madre Tierra ha sido herida de muerte, entre guerras, danzas nucleares y
experimentos contra natura; mares y ríos súper poblados pero no de bancos de
peces, ni arrecifes de coral; sino de basura generada por la mismísima señora
mercadotecnia que tiene el síndrome del envase
no retornable.
También ha provocado que
las personas se olviden de sonreír, el rictus de la sonrisa ha sido eliminado
por completo por los mejores cirujanos plásticos que a su vez tienen
plastificado el cerebro por realizar tal atrocidad. Los niños sólo son felices
si sus padres les llenan sus habitaciones de juguetes con los que nunca jugarán
porque están absortos en las redes pero no del conocimiento sino en las redes
sociales, o en los chats de sus celulares. Los jóvenes y los no tan jóvenes se olvidaron
de amar, ya nadie quiere formar una familia –eso es arcaico– desdeñan
la nobleza de corazón, lo que vale es la apariencia; los valores han sido
erradicados para siempre.
La ausencia del Amor
también alcanzó a las ciudades; en ellas sólo se observa basura, basura y más
basura. A nuestros representantes en el
poder sólo les interesa la permanencia, la reelección; sin antes haber
demostrado siquiera la capacidad de
organizar a los ciudadanos para el correcto manejo de los residuos; nuestros
municipios son tan pobres que no alcanzan los recursos para comprar contenedores
donde organizar los desechos y así reciclar la mayor cantidad posible.
No se logra dimensionar la
gravedad de la ausencia. Mientras el ser humano viva apegado a un código de
interés personal, justificando el error, malinterpretando los patrones
universales a su alrededor, nunca podrá conocer la libertad más allá del dolor.
Es necesario lanzar la alerta a nivel global ¡Tenemos que rescatar al Amor!
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