martes, 18 de octubre de 2016

Orgullosamente mexicanos





septiembre de 2016

En la dualidad del ser humano, no existen conceptos ni definiciones absolutas. El orgullo no escapa a esta realidad. Al orgullo positivo se le llama autoestima  y autoconfianza y al negativo soberbia.

Dentro del lado positivo se tiene una vida equilibrada y se valora en su justa medida. En contraparte el lado negativo  cuando el orgullo se transforma en soberbia – se considera el mayor generador de conflictos, exacerbando los propios méritos, por los que un individuo se cree superior a los demás y queda al descubierto su falta de humildad;  expresan muchas quejas mentales debido a su ego alterado, quejándose de personas, situaciones, del clima o del país; lo que les hace saltar de un conflicto a otro, presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas. 

Como mexicanos caemos en este garlito –específicamente refiero la oleada de críticas al presidente Enrique Peña Nieto por la visita del candidato a la presidencia de los Estados Unidos, cuyo nombre no tiene la mayor importancia– donde el problema no es la actuación “errónea o no” de nuestro primer mandatario, ni los insultos y amenazas del susodicho candidato.  El problema es que se aceptan las ofensas como exquisitos regalos. Como refiere el viejo adagio, si no aceptas el regalo ¿entonces de quién es?

La soberbia lleva a sentirse superior y pone de manifiesto un complejo de inferioridad, dando paso a la prepotencia, con la que se trata de demostrar que siempre se tiene la razón. Intolerantes ideológicamente, aferrándose a una postura única y no permitiendo ninguna otra postura que no sea la propia; teniendo como consecuencia un endurecimiento emocional, una distancia emotiva y lo que es peor, jamás se olvida una ofensa. 

La honestidad puede ser dolorosa, pero a mediano plazo es liberadora del “falso orgullo”. Permite afrontar la verdad acerca de quiénes somos y de cómo nos relacionamos con nuestro mundo interior, iniciando el camino que conduce al bienestar emocional, más la fortaleza para cuestionarnos, e identificar la falsedad amenazante. 

En la medida que la honestidad se integra en nuestro ser, nuestro orgullo se va desvaneciendo al no tener que representar papeles, con el fin de dar la imagen de alguien que no somos y lo que es mejor, dejar de recibir regalos de personajes nefastos para nulificar su poder efímero, al final están en sus cinco minutos de fama y nosotros como mexicanos, no les demos mayor importancia de la que en realidad tienen y se merecen.  ¡Felices fiestas patrias! masryram@msn.com






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