Opinión
No.15 sábado 15 de abril de 2014
"Se puede vivir dos meses sin comida y
dos semanas sin agua, pero sólo se puede vivir unos minutos sin aire. La tierra
no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos. El
amor es la fuerza más grande del universo, y si en el planeta hay un caos
medioambiental es también porque falta amor por él. Hay suficiente en el mundo
para cubrir las necesidades de todos los hombres, pero no para satisfacer su
codicia." Mahatma Gandhi
En el mundo existen cuatro tipos de personas: los
que hacen que las cosas sucedan; los que observan los acontecimientos, los que
se preguntan qué pasó y por último los que estudian lo que pasó y por qué pasó.
En la primera categoría nos encontramos la mayoría de los habitantes de este
planeta.
Uno de los sectores que mayor crecimiento tiene en
nuestro país, es el de la industria de la construcción y una de las actividades
humanas señaladas como responsable del cambio climático es la súper-explotación
urbanística. En algunos sectores como el energético ya se han logrado crear
algunas alternativas para minimizar el daño al planeta. En el sector de la
construcción los sistemas ecológicos avanzan muy lentamente y se siguen construyendo
viviendas deforestando grandes áreas de bosques, ocasionando graves daños al
medio ambiente.
A lo largo de la experiencia estadística en México,
la vivienda ha sido una unidad de observación medida constantemente en la
historia de levantamientos censales, la vivienda aparece desde el primer
ejercicio de 1895. Sin embargo, el primer antecedente para construir un
Inventario Nacional de Viviendas (INV) a partir de un levantamiento de tipo
censal, se desarrolló en ocasión del Conteo de Población y Vivienda 2005, con
la captura del formato de control Inventario de Viviendas; en ese entonces se
presentó información sobre el total de viviendas, separando viviendas
habitadas, deshabitadas, de uso temporal, además de las viviendas sin
información de ocupantes (por negativa o ausencia temporal). Esto constituyó un
primer producto, con todas las limitaciones derivadas de haber concebido a este
formato para el control y seguimiento al operativo de levantamiento y no
propiamente para la generación de estadística. No obstante, su empleo como
marco para algunas encuestas especiales demostró su utilidad en este aspecto.
(INEGI, 2013)
La relación entre las viviendas y sus habitantes
permite detectar nuevas necesidades habitacionales, ya sea de manera directa o
derivada de las transformaciones de la estructura demográfica de la sociedad y
de la aparición de nuevos patrones culturales y estilos de vida que impone el
desarrollo tecnológico y económico de nuestro País. Según datos estadísticos
del INEGI, en el año 2005 existían un total de 24’006,357 viviendas ocupadas en
el País, en el estado de Jalisco existían 1’534,454 (INEGI, 2013). En
contrapartida, en la última década se ha registrado un crecimiento
extraordinario de las viviendas señaladas por la metodología censal como
deshabitadas o de uso temporal.
El periodo que va del 2000 al 2005 muestra un
crecimiento inusual de las viviendas “sin
residentes”, la tasa de crecimiento promedio anual para ese quinquenio fue
de 6.5%, es decir, creció 3.5 veces más que la registrada en el quinquenio
anterior. Por otro lado, en ese mismo quinquenio el rubro de viviendas censadas
crece a una tasa promedio anual de 2.3%; se incrementa sólo dos décimas de
punto respecto al quinquenio anterior. (INEGI,
Resultados de la encuesta de verificación de viviendas deshabitadas y de uso
temporal del Censo de Población y Vivienda, 2010)
Con la exposición de estos datos se pretende
establecer los factores que determinan la problemática existente en términos de
sobreexplotación urbanística en las grandes ciudades de nuestro país, y que de
seguir esta tendencia los daños al medio ambiente serán irreversibles. Las
principales consecuencias de la sobreexplotación urbanística son la degradación
de tierras y ecosistemas, la contaminación
por desechos urbanos, escases de recursos hidráulicos, excesiva producción y
consumo de energía, escases de servicios públicos y por último, la ocupación de
áreas peligrosas.
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