agosto
de 2016
…¡Oh padre Zeus!
¡De cuántos males no
librarías a los hombres si tan sólo les hicieras ver a qué demonio obedecen!
Versos dorados de
Pitágoras.
Alguna vez nos hemos
puesto analizar ¿Por qué sentimos miedo? ¿Qué nos dice nuestro miedo? ¿Cuál es
el verdadero significado de está emoción?
En la actualidad tenemos
miedo porque nos sentimos inseguros en nuestro patrimonio y en nuestra
integridad física, los actos de vandalismo y corrupción invaden todas las esferas;
no podemos estar tranquilos ni dormidos, ni despiertos.
Según algunos eruditos
en el tema, el miedo es una sensación que el ser humano desarrolló como método psíquico
de autodefensa ante un riesgo inminente o imaginario. Sentir un poco de miedo
es bueno, porque alerta nuestros sentidos.
Pero lo malo es cuando
este sistema de defensa obnubila nuestra mente. En niveles muy altos el miedo puede
causar ciertos grados de deterioro físico, mental, e incluso locura. Nos puede llevar
a hacer cosas que normalmente no haríamos. A veces confundimos los actos de los
demás por obra del miedo como actos de su personalidad y los catalogamos de
cobardes, incluso como malas personas cuando nos rechazan, discriminan o dañan
en nuestras pertenencias, derechos o en nuestro ser.
Podemos observar el
miedo que sentimos al momento de analizar honestamente nuestra vida. Y más
importante aún, al conectarnos con esta energía, podemos transformar nuestro
miedo en la fuerza que nos motive a traer cambios positivos en nuestra manera
de vivir. El filósofo griego Epicteto mencionó que— No hay que tener miedo de
la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay
que tener miedo es del propio miedo—.
También es interesante
la postura de Samuel Johnson, quien sostiene que cada concesión sumisa a
nuestro miedo expande el dominio del mismo. No sólo desperdiciamos ese tiempo
en que los males que tememos pudieran ser sufridos y superados en el acto; por
el contrario, mientras que la dilación no alivia en ninguna forma nuestros
problemas, sino que los vuelve cada vez menos superables al instalar terrores
habituales.
Esto es muy simple:
cuando lleguemos al mundo superior, se nos mostrará la verdadera grandeza de
nuestra alma. Es cierto que para algunas personas, esto va a ser una
experiencia dolorosa. Verán el gran potencial espiritual que tenían y se van a
dar cuenta de cómo desperdiciaron este maravilloso regalo.
Al recordar su vida pensarán
¡Poseía un gran tesoro y no lo aproveché! Si sólo conociéramos y apreciáramos
nuestra grandeza —estaríamos constantemente esforzándonos para aprovechar
nuestro regalo al máximo— Si el pensarlo nos inspira un cierto miedo, ese miedo
puede ser una bendición. Usémoslo como
el combustible que nos impulsa a compartir diariamente y a convertirnos en un
ser humano responsable de nuestros actos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario