agosto
de 2014
Al participar de las
charlas con empresarios he detectado ciertas inconsistencias en sus propuestas,
no sé si involuntarias, aunque estoy convencida de su actitud perniciosa; por supuesto no la comparto por su
carácter subjetivo. Además de los altos índices de pobreza que enfrenta nuestra
nación se une uno por demás inhumano; negar acceso a los trabajadores a centros
de esparcimiento dignos, en el caso de la Región de Puerto Vallarta - Bahía de
Banderas, bajo el pretexto de que los vallartenses tenemos un paraíso donde nos
podemos ejercitar: montaña, sol, mar y arena; ¿qué más se puede pedir?
Cuando se tiene todo
en la vida, pero se carece de sensibilidad para detectar las prioridades ajenas
si es un grave problema. Es muy fácil opinar cuando las necesidades sociales se
nulifican a diestra y siniestra, desde todos los ámbitos: gobierno o iniciativa
privada.
Si bien es cierto, los
vallartenses vivimos en un paraíso. Pero también es cierto que no tenemos
acceso. Miramos desde fuera o desde dentro —en nuestros centros de trabajo— cómo el turista
extranjero goza de este lugar sin límites.
Para el vallartense
común el asistir a la playa en un domingo familiar, implica primero buscar un
lugar donde se pueda tener acceso, —en Puerto Vallarta hay muy pocos— cargar
con los alimentos y bebidas que se van a ingerir, por que pagar una comida en
un restaurante para toda la familia se vuelve tarea imposible por los
raquíticos salarios que se pagan a la media de la población; ya ni se diga
pensar en un “Day Pass” que por lo menos cuesta 400 pesos por persona, eso sí es
misión imposible para el salario mínimo.
Ahora bien, la proeza
de llegar a este preciado punto: La familia en la playa, con la comida
previamente elaborada en casa, no es nada comparado con lo que sigue; instalar
la sombrilla que también tienes que cargar porque en las playas públicas no hay
palapas disponibles, y lo único que vas a ganar es una tremenda insolación con
las benditas temperaturas que se registran en los últimos días. Por otra parte,
se te antoja darte un chapuzón en el mar; sales, te llenas todo de arena ¿y
ahora? ¿dónde te enjuagas? pues nada, te aguantas, y que decir, si al intestino
se le ocurrió que tiene que evacuar, madre mía, ese sí es un verdadero problema;
si tienes mucha suerte, encontrarás un baño móvil, que nada más de abrir la
puerta se te quitan hasta las ganas, y adiós, nos vamos a casa más temprano de
lo previsto, se acabó el domingo familiar. Excelente forma de hacer ejercicio y
de solaz esparcimiento.
Mucho se habla del
desarrollo económico de nuestro municipio y de la derrama económica que genera
para el Estado de Jalisco, seguramente los vallartenses no contribuimos a que
este se dé, son los gobernantes y los empresarios los que con sus grandes habilidades
logran y contribuyen a la generación de la riqueza, por lo tanto no merecemos
que se considere el construir al menos un club de playa, para que los
vallartenses sí tengamos acceso al paraíso que es Puerto Vallarta. masryram@msn.com
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