junio de 2014
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El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no
sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás
en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió. - Madre Teresa de Calcuta
La lectura de un artículo,
trajo a mi mente la manera en que las reconciliaciones se realizaban en mi
pueblo, allá por la zona cristera en los Altos de Jalisco. Si por alguna razón tenías una riña con
alguien, llámese hermano, compañero de clase, amigo, primo, o simple conocido;
algún adulto nos enfrentaba y solicitaba que ambos nos pidiéramos perdón -aquí
no cabe la corrección ortográfica de “ofrecer disculpas” que algunos eruditos
en lenguaje nos señalan, -no debemos pedir disculpas, sino ofrecerlas- sino que
literalmente debías pedir perdón a tu contrincante sin importar si eras el
ofendido o el agresor, ambos debíamos pedir perdón.
¡Vaya! Evocar esas imágenes me
produjo un regocijo tal, que derivó en estas palabras que comparto con ustedes.
Funcionaba, si; esta vieja práctica sí funcionaba. Recuerdo como a los pocos
minutos ambos nos encontrábamos jugando de nuevo y sin resentimientos. Sin
duda, bellos momentos.
Sabia
virtud de perdonar
El tema del perdón tiene
profundas connotaciones teológicas, sin olvidar sus implicaciones sociales y
jurídicas. Desde el punto de vista teológico encontramos que al cometer un
pecado debemos realizar un acto de expiación, el acto más sublime que
encontramos al respecto es la expiación que Jesucristo realiza en favor de los
seres humanos para obtener el perdón divino.
Desde el punto de
vista social, el perdón es una de las más grandes virtudes humanas y posiblemente
la más valiente de las acciones, en la medida en que intenta lo aparentemente
imposible —deshacer o resarcir lo que ha
sido hecho— y consigue un nuevo comienzo donde todo parecía haber concluido; es
una acción única y culmina en un solo acto: indulgencia.
Desde el punto de vista
jurídico, el perdón tiene severas implicaciones que derivan en complicadas
connotaciones de reivindicación. Desde
tiempos inmemoriales, los seres humanos cometemos nefastos actos de barbarie,
terrorismo y crímenes atroces; donde los sistemas jurídicos resultan
avasallados por la corrupción y la deslealtad social, donde prolifera la repugnancia y la indignación de
amplios sectores sociales al ver impunemente por las calles a criminales no
arrepentidos.
El
cielo en tu alma
El perdón es una decisión
unilateral, una elección del corazón. Es un acto sublime, donde nace una
expresión de amor, donde no significa estar de acuerdo con el hecho mismo; no
es quitarle importancia al suceso, ni darle la razón a alguien que te lastimó.
El perdón se basa en la
aceptación de lo que pasó con entereza y sabiduría donde la recompensa es la paz
interior. Es un intento por sentirnos a gusto en el mundo, donde no es
necesario que hagamos fiesta para reconciliarnos con el enemigo. Concluyo con
esta inmensa frase de Martin Luther King “Sueño con el día en que el bien
derrotado vencerá al mal triunfante”. masryram@msn.com
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