agosto
de 2014
En las relaciones
cotidianas de unos individuos con otros surgen constantemente problemas cuya
solución no sólo afecta a la persona que los crea, sino también a otra u otras
personas que sufrirán las consecuencias. Thomas Hobbes decía que las pasiones
del hombre (SER) se corresponden con movimientos, por ello, había que encontrar
qué pasiones promovían la civilidad en los hombres para provocarlas y de esa
manera generar (DEBER SER) un orden civil.
Por su parte Nicolás
Maquiavelo decía que uno de los problemas de los pensadores políticos de su
tiempo era escribir cómo debía ser un príncipe (SER), en lugar de describir qué
eran y qué podían hacer dadas las circunstancias (DEBER SER). También señaló que “los hombres siempre serán
malos (SER) si la necesidad no les obliga (DEBER SER) a ser buenos”.
Así mismo David Hume
sostenía que lo que mueve a los seres humanos son las pasiones (SER) y no la
razón (DEBER SER). En el mismo sentido, Emmanuel Kant: señalaba que “con una
madera tan torcida como es el hombre (SER) no se puede conseguir nada
completamente derecho (DEBER SER)”
Para ilustrar un poco
este aspecto de la Ética, Juan Manuel Garduño Mora señalaba que los semáforos
sirven para regular el tráfico de la ciudad, de hecho, nos vemos beneficiados
cuando queremos cruzar la calle, pero otra perspectiva es estar detrás del volante con prisa (EL ESTAR), pues
estamos ante la tentativa de respetar o no el señalamiento, en otras palabras
entramos en conflicto con nosotros mismos (SER)
y, al mismo tiempo, con las normas cívicas (DEBER SER). La cuestión aquí
es que el hombre espontáneamente no sigue las normas de la civilidad (SER),
sino que necesita ser obligado a ello (DEBER SER) —Difícil juego de palabras—.
Emanuel Kant: a
diferencia de Platón, sostenía que el que actúa mal no lo hace por ignorancia,
sino con pleno conocimiento de causa, es decir, en sus máximas adopta el
utilizar al otro como un simple medio para sus fines, reduce al otro a la condición
de objeto. Esclavizar a alguien no es por obra de la ignorancia, sino por un
motivo egoísta que nos lleva a no
reconocer los derechos del otro (SER), uno es tan consciente de ello que por
ninguna razón quisiera estar (EL ESTAR) en el lugar del esclavo. Para Kant,
este fenómeno es una perversión que invierte los motivos impulsores del libre
arbitrio en contra de la ley moral (DEBER SER).
De hecho, cuando Kant
inicia su proyecto ético tiene claro que ni los talentos del espíritu —como el entendimiento, el ingenio, o la
capacidad de juzgar— ni los dones de la fortuna —como el poder, la riqueza, la
honra y la salud—, son cosas buenas en sí
(SER), pues dependen de cómo se les use
(DEBER SER).
Lograr establecer una
clara diferencia entre el SER ÉTICO y el DEBER SER ÉTICO requiere la acción
enérgica y concertada de la voluntad humana para desarrollar una nueva concepción
de la Ética, o como lo planteó la Comisión Teológica Internacional (CTI) en el
documento “En busca de una ética universal, un nuevo modo de ver
la ley natural, publicado en el 2009, donde Tomás Trigo menciona que
“La Declaración universal de los
derechos del hombre constituye uno de los éxitos más bellos de la historia
moderna. El problema está en los fundamentos. Las “declaraciones” no sirven de
nada si no se fundamentan en la verdad sobre lo que es bueno o malo para el ser
humano.
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