Opinión No. 9, sábado 25
de enero de 2014
La
vida de los hijos transcurre felizmente a la sombra de un buen papá, como el
amigo y confidente que refleja la ternura, la bondad y el amor de Dios - Padre. Anónimo.
Por Marisú Ramírez
En nuestra realidad social, el
rol del padre resulta ser fundamental para el desarrollo del individuo. Pero
este tipo de estructura familiar, basada en la unión matrimonial de una pareja —de
un hombre y una mujer —, según los datos aportados por la historia
de la humanidad y las investigaciones de la antropología social establecen que,
contrariamente a la hipótesis de su origen divino, la familia patriarcal sólo
tiene unos 7000 años de existencia, nada comparado con los dos millones de años
en la historia natural del hombre.
La sociedad actual, induce a
la mujer a salir del hogar y a entrar a las empresas y fábricas, haciendo
temblar los fundamentos ideológicos de la familia monógama patriarcal
(burguesa), lo que lejos de beneficiar a la familia, trae consigo que los
padres se liberen de responsabilidades descuidando los muy particulares deberes
que les incumben.
En los discursos sociales
modernos se recomienda, a propósito de la democracia, la utilización del modelo
padres-amigos en sucesión del modelo padres-formadores o autoritarios, lo que
conlleva a que sean los mismos padres los que estén indecisos, ya que temen al
autoritarismo que ellos mismos vivieron y no saben cómo ejercer la autoridad en
un familia; lo que trae como consecuencia el debilitamiento de la autoridad de
los padres, de los profesores y en general de los adultos para educar no sólo
en las normas sociales, de urbanidad y educación de los hijos, sino en la
construcción de valores.
Por otra parte, la
emancipación de la mujer, con la percepción de que somos iguales viene
abrigando la posición cómoda de los padres — varones—, quienes se desligan de
la responsabilidad social de asumir su rol como la cabeza de una familia, más
allá de que la madre esté activamente incorporada en este mismo rol.
En México, “ser jefe de un
hogar supone que sus miembros reconocen, sobre la base de una estructura de
relaciones jerárquicas, a la persona más importante del grupo, es decir,
aquella que está presente regularmente en el hogar y quien es, además, la
persona con mayor autoridad en la toma de decisiones o el principal soporte
económico. De esta forma en el total de
los hogares familiares, 77.3% tienen como jefe a un varón y 22.7% a una mujer.
En los hogares nucleares la proporción que tiene como jefe a una mujer es de
17.9%, mientras que en los extensos es de 35.6 por ciento” (INEGI, 2014)
Es en este sentido, que la
directora del Instituto Municipal de la mujer en Puerto Vallarta, Ariadne Meza
Montejano, menciona que el empoderamiento de la mujer y la apertura ante la
posibilidad de hombres y mujeres de elegir, ha devenido en el incremento de la
ruptura de los matrimonios, en la fragilidad o vulnerabilidad de las parejas y
en la falta de compromiso por parte de los varones, lo que conlleva a un
incremento en el número de “madres solteras” en nuestro país; donde, señaló que
en un estudio realizado por la Cámara de Diputados se reveló que en México
existen 4.5 millones de madres solteras, separadas o viudas, quienes al igual
que sus hijos son sujetos de discriminación.
Por lo tanto, debemos de
enfocarnos en la educación de nuestros hijos, para que ejerzan una paternidad
responsable, donde quede claro que la función del padre de familia excede la
cuestión meramente biológica o la reproducción. Evitemos fomentar programas que
sigan desligando la responsabilidad de los
implicados en este flagelo social y motivemos para que nuestros jóvenes
asuman una paternidad responsable con amor, con ternura y sobe todo con valor. masryram@msn.com
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