El caos del
mundo, es provocado en gran medida por la tendencia de los seres humanos por
competir. Competimos para demostrar quién es el mejor. La más bella, el más
fuerte, el más inteligente, el más rápido, quién tiene más, quién tiene menos. No
importa si se es un país, corporación, empresa, persona, producto, artefacto,
automóvil, tecnología, o cualquier otra cuestión.
Al respecto, el
exingeniero de la NASA, Jim Humble sostiene que en el mundo existen dos grandes
mentiras, en la primera de ellas, señala que “El sentido de la vida es, ganar” los seres humanos nacemos y
morimos con esa falsa concepción.
La condición
común de vivir avocados a la satisfacción de nuestros deseos. Soy libre, porque
logro caminar por encima de los límites y en ocasiones de las reglas, para así
satisfacer instintos, deseos, impulsos y tendencias, que me llevan a vivir en
un mundo de competencias.
Claro está que nuestro
deseo de ser lo suficientemente competitivos para los demás nos hace pensar que
tenemos que vendernos para convencer a otros de que nos quieran y nos valoren.
Sobre todo, queremos que nos amen. Tenemos miedo de ser rechazados o ignorados
y pensamos que esas son señales de que no somos lo suficientemente buenos, atractivos,
ni competitivos.
Lo anterior, me
recuerda la fábula de Los Tres Leones:
“En una selva vivían tres leones. Un día el
mono, representante elegido por los animales, convocó una reunión para pedirles
una toma de decisión. Todos, dijo el mono, sabemos que el león es el rey de los
animales, pero tenemos una gran confusión: En la selva existen tres leones y
los tres son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de
ellos deberá ser nuestro Rey? Los leones supieron de la reunión y comentaron
entre sí: Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una
selva no puede tener tres reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos
muy amigos… Necesitamos saber cuál será el elegido, pero, ¿Cómo descubrirlo?
Otra vez los animales se reunieron y después de
mucho deliberar, les comunicaron a los tres leones la decisión: Encontramos una
solución muy simple para el problema, y decidimos que los tres van a escalar la
Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será nombrado nuestro Rey. La
Montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y
todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada. El primer león
intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero,
también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó
derrotado.
Los animales estaban impacientes; si los tres fueron
derrotados, ¿Cómo elegirían un rey? En ese momento, un águila, grande en edad y
en sabiduría, pidió la palabra: ¡Yo sé quién debe ser el rey! Todos en silencio
la miraron con gran expectativa. ¿Cómo?, preguntaron todos. Es simple… dijo el
águila. Yo estaba volando cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su
escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la montaña. El
primero dijo: ¡Montaña, me has vencido! El segundo dijo: ¡Montaña, me has
vencido! El tercero dijo: ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Pero ya llegaste
a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo. La diferencia, completó el
águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la
derrota en aquel momento. Los animales aplaudieron entusiasmados al tercer león
que fue coronado El Rey de los Animales.
Ante la
adversidad, nosotros como el león coronado rey, cuando estamos alineados
internamente, también lo estamos con los que nos son afines. No tenemos que
“vendernos” ni competir con nadie; ellos ya saben quiénes somos. No tenemos que
convencerlos de nuestro valor.
La palabra
competencia sólo debe ser usada como una analogía para avanzar, crecer o
perfeccionarnos como personas. Los demás pueden alinearse con nosotros, quienes
reconocen nuestro valor y no esperan que hagamos proezas irrealizables para
competir, saben que somos iguales a ellos, perfectos, íntegros y completos, en
todos los sentidos.
Sin embargo, si
alguien nos rechaza no lo está haciendo por lo que somos, sino por lo que ella
tiene que ser para estar con nosotros. Lo mejor que podemos hacer es ser nosotros
mismos, sin competir con nada ni con nadie, cada quién tiene luz propia para
brillar al máximo. Y si tenemos que competir para encontrar el amor y el valor
que queremos, estamos hablando con la gente equivocada. masryram@msn.com
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