Cuando pones fe, esperanza y amor juntos, puedes
criar niños positivos en un mundo negativo. Zenón de Elea
Trato de
imaginar un mundo sin niños, este sería caótico y tremendamente aburrido.
Imaginar la vida sin un niño en la familia es perder la esencia de la vida.
Sería como malgastar los momentos más inolvidables, de esos que dejan un gran
sabor, pero no de boca, si no en el alma.
El verlos
degustar un helado, verlos dormir agotados por un día lleno de burbujas de
jabón, de partidos de futbol en la sala de la casa, donde el peligro de romper
algo siempre está latente.
Incitarlos en su
innata curiosidad de descubrir el mundo, su capacidad de asombro y sobre todo
su inocencia, que se refleja en unos expresivos ojos que transmiten una
verdadera admiración, amor incondicional y gratitud.
No puedo
imaginar, un mundo sin el sonido esencial de las familias, las risas de los
niños. Aunados estos a los sonidos de la naturaleza, el mar y las aves; nos
brindan un cuadro excepcional, una sinfonía completa. Su siempre eterna
algarabía, nos llena el alma con frecuencias positivas, lo que da un verdadero
sentido de existencia. Un hogar sin niños, semeja a un nido vacío, donde la esperanza
huye despavorida sin control.
No puedo
concebir, algunas noticias aterradoras, donde se daña a los niños. Guerras,
pederastia, robo de infantes, violaciones, castigos extremos y un sinfín de
situaciones aberrantes donde personas, que no merecen ser llamadas así, los
dañan; provocándoles severos traumas y hasta la muerte.
Nuestros niños
poseen almas perfectas, porque así los hizo Dios, son el mayor recurso del
mundo, sin ellos no existe el porvenir. Ellos son personas que gozan del
presente porque no tienen pasado y el futuro depende en gran medida del cómo y
con qué alimentemos su alma, su cuerpo, su mente y hasta sus sueños.
Al dañar a un
niño, además de dañarnos nosotros mismos con sentimientos de vergüenza, culpa y
un gran desasosiego que evita la paz de nuestro espíritu, estamos ofendiendo
directamente a la fuente, al autor de la
creación más perfecta que existe: los niños.
Al respecto, Karl
Menninger, menciona que lo que se les hace a los niños, los niños harán a la
sociedad, por lo tanto, estamos obligados a crear conciencia del legado que
estamos construyendo para ellos.
El mejor regalo
que podemos brindarles, es la educación, esto refleja la cultura de un país,
como ningún otro aspecto. La educación en valores es determinante durante los
primeros años de vida, después es demasiado tarde. Si construimos para ellos un
escudo de valores y de conocimiento, las malas influencias jamás podrán
tocarlos.
La política
educativa debe ser una alta prioridad para todos. Cuando entendamos que los
valores no se aprenden en la calle, los valores se aprenden en el seno
familiar, donde se convierten en un preciado legado en la educación de nuestros
hijos, una sana convivencia, tolerancia, respeto mutuo y por sus derechos inherentes,
inclusión, medio ambiente, salud y sexualidad, prevención de violencia,
honestidad, sinceridad, comunicación asertiva, esfuerzo para conseguir metas,
perseverancia, protección contra la inseguridad y las drogas.
No podemos estar
todo el tiempo con ellos adheridos como ángeles guardianes, pero si podemos
enseñarles a estar alertas, porque los peligros son y serán una amenaza latente,
importante desarrollar su intuición y su capacidad de observación.
Evitar caer en
la tentación de publicar sus fotografías en las redes sociales, recordemos que
no sabemos quién está mirando y cuáles son sus intenciones. Sucumbir ante el impulso
de subir una fotografía de nuestros hijos a la red, puede derivar en una sería
catástrofe. No podemos negarlo, la inseguridad, es en estos momentos un serio
problema social, que compete a nosotros como padres señalarles a los niños.
Algunos afirman
que vivimos en una sociedad sin valores; otros que han aparecido nuevos valores
asociados al nuevo paradigma socioeconómico y cultural; o quien dice que el
problema está en la existencia de multivariadas formas de valores, lo que
produce confusión y desorientación en la actuación y valoración no sólo de los
niños, sino de los seres humanos en general.
Todo ello, quizás
esté ocurriendo, valdría la pena abordar el asunto tomando en cuenta que en la
sociedad y en las diferentes culturas, el hombre como guía y protector de sus
descendientes ha tenido que enfrentar sus propios retos ante el acelerado desarrollo
científico-tecnológico y la globalización. ¡Felicidades a todos los niños! masryram@msn.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario