miércoles, 6 de mayo de 2020

Contenidos polémicos


Por M en E Marisú Ramírez
(Texto y foto)
“En la vida algunas veces se gana, otras veces se aprende”
John Maxwell

En este momento histórico de caos mundial se ponen sobre la mesa opiniones y enfoques de diversos temas que se agudizan o son consecuencia de la emergencia sanitaria: suicidios, abortos, eutanasia y la pena de muerte. 

Son momentos de conciencia de ese componente dialógico del ser humano que es la ética. Regularmente se parte de creencias sobre estos conflictos de vida, los cuales llevan al sufrimiento y vacío existencial crónico que muerde a cada momento la existencia. 

Durante la emergencia sanitaria los gobiernos están centrando su atención en crear planes económicos para salvar su economía, generar estrategias para el control de la pandemia, garantizar atención médica e insumos preventivos y abastecer de alimentos básicos a millones de personas desempleadas.

Sin embargo, se están dejando de lado temas delicados de salud pública, asuntos como el incremento de la violencia intrafamiliar y social, violación de menores por el confinamiento, incremento de los embarazos no deseados y adultos mayores sin asistencia médica debido a la pandemia por el COVID-19. Ni que decir de las personas que están en situación de calle.

El problema va más allá de la posición de si son buenas o malas las acciones gubernamentales que se están generando. Estoy de acuerdo, existen prioridades, pero demasiadas familias no la están pasando bien. 

Los actos de informar sobre las creencias a través de los medios de comunicación o de las mismos organismos legislativos, locales, nacionales o internacionales no los separan de la falsa conciencia, suponen saber qué es lo mejor para la sociedad, lo “razonan” así en sus ámbitos de acción, con un principio sin detalles específicos y convincentes, sin conciencia, sin reflexión.

Ante ello, en el futuro inmediato se incrementarán los debates sobre estos temas generadores de grandes polémicas y divisiones sociales como la decisión de abortar o de preferir la muerte como el escape al sufrimiento, o de instaurar la pena de muerte. 

Pienso que todos los asuntos fuera de la vida son meramente teorías, no merecen polémicas previas, siempre pasarán por el mayor enigma de lo desconocido ante los que pretenden engañar al mostrar lo que está en el trasfondo de sí mismo, es decir lo filosófico que se pretende sustentar en problema más hacia la creencia que hacia la razón que le dio origen.

Se le hace creer a la sociedad a partir de hipótesis que la realidad es un acto en el cual no tiene por qué intervenir de manera consciente, el poder establece primero indicios y después conclusiones desarticuladas sobre la creencia de lo considerado por expertos como lo benéfico para los practicantes de estos temas de vida, por demás complicados: Morir o matar con el pretexto de satisfacer la creencia de la modernización social.

Todo surge de lo humano, es un hacer permanente y universal de la cultura. Estos dos aspectos son formas culturales de acción directa sobre un derecho inalienable: La vida. Cuando se trastoca por creencia o conocimiento de lo que beneficia al ser que lo practica la decisión va más allá de la conciencia del ejecutante, se pone como dice el sociólogo Armand Mattelart fuera del alcance de la razón. 

Por ello cuando nos enteremos de situaciones críticas y destructivas, podemos usar toda nuestra energía dentro de nuestras posibilidades, sea de forma económica, en especie o con servicios profesionales, todos tenemos algún tipo de habilidad o posibilidad para ayudar y fortalecer a todos los implicados en esta severa crisis, mejorar condiciones de vida con pequeños actos de amor en lugar de opinar y criticar, eso solamente empodera a los problemas. Defender la vida debería ser nuestra mayor prioridad.  masryram@msn.com

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