lunes, 21 de diciembre de 2020

Navidad diferente

 


Foto: Marisol Muñoz

Por M en E Marisú Ramírez

Los seres humanos somos sociables por naturaleza, eso es un hecho innegable. Esto pone los pelos de punta a los distintos gobiernos alrededor del mundo, por lo que algunos externan su preocupación ante la llegada inminente de las fiestas decembrinas.

Algunos países imponen severas medidas restrictivas de seguridad y prevén restringir los viajes entre el 23 de diciembre y el 6 de enero para evitar que la población visite a sus familiares en sus lugares de origen.

Mientras tanto en México, los comunicados oficiales señalan que no se limitarán las libertades, ni tampoco se impondrán medidas coercitivas, solamente se está apelando a la conciencia social de actuar con responsabilidad.

Ante el hecho, es innegable también que el actuar con responsabilidad se debate contra el deseo imperioso de estar con la familia en esta época navideña, sobre todo porque este año aprendimos a valorar lo reconfortante de un abrazo de un ser querido o la sonrisa de un amigo que ya no podemos ver tan a menudo como antaño.

Aprendimos a extrañar las pequeñas cosas, a darle valor a lo verdaderamente importante que tenemos los seres humanos: a nosotros mismos. A la gente que a diario vemos pasar por la calle, a la sonrisa de la gente que nos atiende en los establecimientos.

Aunque también es cierto que, en esta época de grandes avances tecnológicos, los dispositivos celulares aliviaron un poco nuestra ansiedad por estar con nuestros seres queridos, incluso pudimos verlos y charlar con ellos, somos muy afortunados. Si pudiéramos viajar al pasado y contárselo a las personas que vivieron en la época de las grandes pandemias donde murieron millones de personas alrededor del mundo, nos envidiarían terriblemente.

Pero, ahora ante la posibilidad de un rebrote de la pandemia por las festividades de fin de año, invariablemente se siembra la duda: estar o no estar con la familia. Todo un dilema.

Aprender a discernir entre lo verdaderamente importante es todo un reto. La nostalgia se apodera de nuestros sentimientos y nos hace añorar más a nuestros seres queridos, a los que están y a los que se nos adelantaron.

Los amigos lo entienden, ellos están ante el mismo dilema, las autoridades no escapan de padecer la misma vorágine de emociones, también son seres humanos. Así somos en México, es nuestra cultura, la familia es primero.

Ante la situación sólo queda -como bien dicen nuestras autoridades- actuar con mesura, guardando la sana distancia y utilizar todas las medidas de seguridad e higiene que hemos venido practicando durante casi todo el año. El compromiso es de todos de forma general, pero es elemental la responsabilidad individual, de eso no cabe la menor duda.

Por lo pronto, inventemos la forma, incentivemos la creatividad para celebrar la Navidad de una forma diferente, de una forma más humana, solidaria y con mucha empatía por nuestros seres queridos.

Es un hecho innegable que existe un sector de la población que los vuelve más vulnerables, de nosotros depende el cuidar de ellos, sobre todo de nuestros adultos mayores, recordemos que ellos y nuestros pequeños son nuestro más preciado tesoro.

Por mi parte, sólo resta el desearles a todos una extraordinaria Navidad, llena de luz y energía positiva. Es momento de dejar de pensar en nosotros mismos y sentir una hermosa empatía por nuestros seres queridos.

Recordar que todo pasa por alguna razón, y este año aprendimos un montón de lecciones, es momento de poner todo el empeño para que estas permanezcan en nuestras mentes y en nuestros corazones.

Deseando con toda el alma que el año venidero nos traiga fuertes vientos de cambio. Seremos más dinámicos, más humanos, y sobre todo con un mayor conocimiento de lo que significa ser un verdadero ser y entender las fuerzas que moldean nuestra realidad, tanto interna, como externa. ¡Nuevamente, mis mejores deseos y un gran abrazo para todos!  masryram@msn.com  

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