jueves, 19 de noviembre de 2020

Para sumar y restar…

Por M en E Marisú Ramírez

(Texto y foto)

El Banco Mundial sostiene que, ante la emergencia para hacer frente a la pandemia, en materia educativa se ha desarrollado una fuerte amenaza para el avance de la educación en todo el mundo.

Partiendo de dos impactos significativos: como lo son el cierre prácticamente universal de las escuelas de todos los niveles y la recesión económica generada por las medidas de control de la pandemia.

El organismo internacional menciona que “si no se realizan esfuerzos considerables para contrarrestar estos efectos, el cierre de escuelas provocará pérdidas de aprendizaje, aumento de la deserción escolar y mayor desigualdad, y la crisis económica —que afecta a los hogares— agravará el daño debido a la reducción de la oferta y demanda educativa”.

Lo que en teoría atraería un costo a largo plazo sobre el capital humano y el bienestar. Por ello, mencionan que “…en muchos países la situación antes de la pandemia ya se caracterizaba por un grado de aprendizaje demasiado bajo, altos niveles de desigualdad y avances lentos”.

Ahora bien, en el contexto educativo latinoamericano llamó mi atención un video que rápidamente se hizo viral a nivel mundial donde la maestra Frances Sánchez llora por el "desinterés" de sus alumnos en Puerto Rico: dijo "Me siento agobiada, acabo de dar la clase en el día de hoy y me he topado con la cruda realidad de que tengo jóvenes que no les importa aprender, que no les importa ser nada" realidad que muchos docentes respaldaron y que además aseguraron identificarse con la situación. 

Por mi parte, entrevisté a un pequeño de siete años, y le pregunté, qué le gustaba más, asistir a la escuela o estudiar en casa, a lo cual me respondió: “Extraño a mis amigos, a mi maestra, extraño las tareas en el salón, las sumas y las restas, sobretodo extraño la hora del recreo donde mis compañeros y yo nos divertíamos y compartíamos nuestro desayuno”.

Los niños son altamente sociables, y sin ese contexto estudiantil se deprimen y pierden el interés rápidamente. Entre mayor es el grado que cursan los estudiantes, el desinterés y la apatía son más latentes, ya que estaban más acostumbrados a la socialización en las aulas. 

Este problema se replica en millones de hogares en el mundo, ya que existen aproximadamente 617 millones de estudiantes en educación básica – incluye más de 387 millones de niños en edad de cursar la enseñanza primaria (aproximadamente entre 6 a 11 años) y 230 millones de adolescentes en edad de cursar la enseñanza secundaria (aproximadamente entre 12 a 14 años).

Por lo tanto, el Banco Mundial menciona que ante la “Crisis” los países tienen la oportunidad de reconstruir en mejores condiciones, pueden utilizar estrategias más eficaces de recuperación después de la pandemia como base para introducir mejoras a largo plazo en áreas como las evaluaciones, la pedagogía, la tecnología, el financiamiento y la participación de los padres.

Por lo pronto, solo resta desear que todo este escenario cambie rápidamente, para que todos esos niños y jóvenes retornen a las aulas, pero ahora sí, valorando lo que perdieron por culpa de algo microscópico como un virus. Todos debemos aprender la lección. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Frase hecha sí, pero con una gran verdad.

Las estimaciones para el regreso a las aulas son inciertas y dependen del comportamiento de la pandemia. Panorama indeterminado por el momento a nivel mundial y sobre todo ahora que se acerca la temporada invernal y con ello la temporada de influenza. 

Docentes, estudiantes y padres de familia, juntos tendrán que hacer grandes esfuerzos para no caer en escenarios como el de la docente puertorriqueña, si todos ponemos nuestro interés surgirán verdaderas y creativas propuestas que incluso mejorarán el decadente y obsoleto sistema educativo mundial, las crisis traen su propio y natural aprendizaje. masryram@msn.com

 

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