jueves, 15 de octubre de 2020

¡No lo hagas!


Por M en E Marisú Ramírez

(Texto y foto)

Mucho se ha escrito sobre el peligro latente en las “Redes Sociales” tema que parece no importarle mucho a usuarios, padres de familia y autoridades.

El crecimiento exponencial sitúa a Facebook en el ranking de redes sociales con más usuarios, este año supera ya los 2400 millones. Según fuentes oficiales a principios de 2020, el porcentaje de mexicanos con acceso a redes sociales alcanzó el 69% con 77 millones de usuarios y se prevé que esta cifra supere los 95 millones en 2025. 

Con este crecimiento nuestro país se posiciona en el tercer lugar mundial en ciberdelitos donde sólo es superado por China y Sudáfrica y es la segunda nación de América Latina y el Caribe más afectada y vulnerable en este sentido.

Los ciberdelitos más comunes son: robo de identidad, secuestro de sitios web, ataque a servidores de empresas y robo de información confidencial de organismos públicos y privados, donde se ha determinado que la suplantación de identidad representa 68 por ciento de los delitos cibernéticos.

Aquí la clave es que los cibercriminales tienen éxito cuando los usuarios de redes sociales no están bien informados. Todos hemos sabido de casos de cibercrímenes como hackeo de cuentas de Facebook o clonación de datos bancarios.

Al respecto, se han generado una gran cantidad de neologismos que la mayoría de las personas desconocen, tales como phishing, envío de emails que dirigen a un sitio web falso, para obtener información personal como claves de acceso y otros datos para robar cuentas bancarias. Pharming, virus que envía a una página web falsa de bancos, copia datos de acceso y transfiere el dinero en segundos. Malware, “software malicioso” se inserta en sistemas operativos de computadoras y smartphones para recolectar la información que genera el usuario.

De los más agresivos está el llamado ransomware, donde se impide el acceso a la información de empresas cifrando los datos para hacerlos imposibles de acceder excepto por un sistema de descifrado que los hackers desarrollan para tal fin, previo pago de una cuantiosa suma de dinero.

También existen el SMiShing, estafa por medio de mensajes SMS; el hacking, consistente en el acceso a archivos y bases de datos no autorizado; y el cracking, o sabotaje informático.

Ahora bien, en cuestión de delitos del orden común en redes sociales, existe la suplantación o usurpación de identidad, también considerado phishing; donde se apropian de la identidad y la asumen para obtener créditos y otros beneficios. También se utiliza para dañar, incriminar, calumniar, extorsionar o chantajear a otras.

Este delito puede derivar en conflictos legales entre las partes involucradas, dando lugar a querellas y denuncias penales por los severos daños a la moral, a la dignidad e integridad de las personas. Tal es el caso del “sexting”, que consiste en el envío desde un perfil suplantado de videos y fotos, a las que también se les denomina “selfies” donde las personas muestran sus partes íntimas.

El sexting puede acarrear diversos riesgos dado que al enviar este tipo de imágenes, textos y videos significa que sea visto por muchas personas y así llegar a perder el control, lo que equivale a un daño mayor, porque podría deteriorar la reputación de una persona.

Así mismo, en este punto surge un complejo fenómeno: los "escraches" donde se utilizan las redes sociales para difamar o exponer a una persona, donde la mayoría de las veces se tiene un impacto extremo, ya que en segundos se vuelven virales y el daño provocado no se puede revertir. Existen diversos "escraches" que van desde exhibir infidelidades hasta denuncias por presuntos abusos, deudas, robos, estafas, fraudes, entre otros.

Esta práctica es un arma de dos filos, si el infractor es culpable, se pueden entorpecer investigaciones; si es falso la persona acusada es inocente y no sólo se le estaría condenando socialmente, sino que también podría sufrir daños físicos, emocionales y hasta económicos; vulnerando seriamente su integridad física y moral, al dañar su reputación y buen nombre. 

Por ello, es básico estar informados y alertas ante este tipo de situaciones y la próxima vez que usted querido lector se vea tentado a dar like, compartir, o en el peor de los casos comentar un libelo en redes sociales ¡piénselo dos veces! y lo más importante: advertir a los menores de edad y jóvenes se abstengan de hacerlo. Nunca se sabe a quién se está perjudicando: a una persona culpable o inocente. masryram@msn.com

 

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