“Dominar el mundo emocional es especialmente difícil
porque estas habilidades deben ejercitarse en aquellos momentos en que las
personas se encuentran en peores condiciones para asimilar información y
aprender hábitos de respuesta nuevos, es decir, cuando tienen problemas.”
― Daniel Goleman.
La vida ya no es
lo que era. Hemos soltado mucho y seguimos haciéndolo. Unos avanzan de frente y
tristemente otros de reversa. En época de elecciones las masas se agitan, se
ponen sobre la mesa los fraudes y se distorsionan los mensajes, no existe otro
panorama.
Observamos,
mientras mantenemos nuestra propia autenticidad. Esto puede sacar a los otros
de sus casillas y –aun así –, lo que decidan hacer con sus vidas es su
decisión, no nuestra; las consecuencias de sus actos tampoco. No así las
consecuencias políticas y sociales.
Es como si
desearan que las cosas fueran mejor, pero no supieran qué hacer o cómo hacerlo;
por lo que continúan creando circo, drama, caos y confusión; en vez de tomar la
responsabilidad sobre sus acciones y sus decisiones. Culpan a cualquiera o lo
que sea en lugar de a sí mismos, por lo que resulta extremadamente difícil
detener la perorata mental, la agitación, el caos y la violencia que nos rodean.
Mientras tanto, los
viejos procesos se tornan verdaderamente extraños e incómodos que sencillamente
no podemos soportarlo. En la política mexicana no se vislumbran avances, aún existen
grandes vestigios en forma de patrones antiguos o arcaicos, que resultan
verdaderamente incómodos y fastidiosos a la mayoría.
La política en
México no se transformará hasta que se enfrente honestamente y con responsabilidad
propia. Los mexicanos seguimos sintiéndonos vulnerados, aún tenemos en nuestro
interior energía de victimización.
Daniel Goleman,
el Gurú de la Inteligencia Emocional, explica en sus libros que “La clave para
alcanzar un alto cociente intelectual colectivo es la armonía social” y dentro
de su enfoque sobre la Inteligencia Emocional menciona que existen cuatro
dimensiones básicas que la componen:
La primera dimensión
es la auto-conciencia, donde se reseña nuestra capacidad para entender lo que
sentimos y de estar siempre conectados a nuestros valores, a nuestra esencia. La
segunda dimensión es la auto-motivación y nuestra habilidad por orientarnos
hacia nuestras metas, de recuperarnos de los contratiempos, de gestionar el
estrés. La tercera tiene que ver con la conciencia social y con nuestra
empatía.
La cuarta
dimensión es sin duda la piedra filosofal de la Inteligencia Emocional: nuestra
habilidad para relacionarnos, para comunicar, para llegar a acuerdos, para
conectar positiva y respetuosamente con los demás.
Goleman sostiene
que debemos ser competentes en estas cuatro áreas. En caso contrario, podríamos
tener, al clásico político entrenado en Inteligencia Emocional pero que sólo ha
llegado a asumir la auto-conciencia, pero no su capacidad de empatizar con los
demás, de entender esos mundos ajenos a las propias necesidades y valores.
También, Goleman
menciona que debemos ver estas cuatro áreas como un todo, lo que nos brindará la
habilidad de hacer una pausa y no actuar por el primer impulso, que se ha
vuelto un aprendizaje crucial en la vida diaria, ya que la Inteligencia Emocional
se aprende y se puede potenciar.
En sus libros
“Inteligencia Emocional” (1995) e “Inteligencia Social” (2006), nos explica que
parte de esta habilidad o capacidad, se halla en nuestra propia epigenética. Es
decir, se puede activar y desactivar, dependiendo del entorno emocional y
social en el que crezcamos y en el que nos eduquemos.
La sugerencia es
eliminar de nuestra agenda dos días: ayer y mañana. Ayer fue para aprender, la
historia así lo registra y nos permite no cometer los mismos errores. Mañana
será la consecuencia de lo que hoy podamos realizar, aún estamos a tiempo de informarnos,
concientizarnos y tomar acciones.
En medio del caos, la
confianza y la seguridad en nosotros mismos nos permitirán encontrar el sendero
hacia la paz y el bienestar social y conseguir claridad frente a la confusión y
los actos corruptos. Por lo tanto, sólo nos queda la “Esperanza” de que en
México las cosas cambien y nosotros también. masryram@msn.com
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