lunes, 1 de noviembre de 2021

La Muerte, más mexicana que el mole

Por M en E Marisú Ramírez Muñoz

En estas fechas, los mexicanos somos protagonistas ante el mundo por nuestras tradiciones, donde hasta la muerte se viste de gala para asistir a una conmemoración interminable de luz, flores, colores, olores y sabores.

La Catrina

José Guadalupe Posada, jamás imaginó la trascendencia que tendría su caricatura de “La Catrina” o como se llamaba originalmente “La Calavera Garbancera” creada en el año de 1912, misma a quien la población mexicana ha dado millones de rostros y donde la creatividad no tiene límites; muchas de las cuales trascienden al ser consideradas verdaderas obras de arte: efímeras, vivientes o permanentes. Incluso me atrevo a decir que ha trascendido en la comunidad internacional opacando otras tradiciones como el famoso “Halloween”.



Las ofrendas

Ni que decir, de la forma de honrar a nuestros difuntos. Las ofrendas demuestran al mundo, que la muerte no es el fin del camino, porque ellos, nuestros seres queridos, están ahí y se manifiestan de diversas formas, a través de los sueños y en la diversidad de la naturaleza.

Las ofrendas, de origen prehispánico trascienden hasta nuestros días para conmemorar a nuestros fieles difuntos con una diversidad de elementos en su elaboración, como lo son: imágenes y objetos preferidos de las personas fallecidas, luces, papel picado, flores, fruta, platillos típicos mexicanos, incienso y las inigualables calaveritas de azúcar.

Todo ello con la finalidad de invitar a nuestros ancestros a que al menos por una noche nos visiten y sentir su cálida y reconfortante presencia, donde la muerte les da permiso de traspasar sus umbrales para brindarnos a los que aún estamos de este lado del plano existencial un poco de consuelo por su ausencia.  

Las calaveritas literarias

Todo un festín de palabras alusivas a la muerte, las cuales expresan sentimientos que de otra manera sería difícil de decir, ya que por lo general van dirigidas a personas vivas y es ahí, donde la poesía como arte para el alma no podía quedar fuera de estas celebraciones. Según registros se cree que fue un religioso franciscano llamado Joaquín Bolaños quien escribió la primera calaverita literaria, por medio de la cual expresaba su apreciación de la muerte desde un punto de vista humorístico o burlesco.

La gastronomía

En lo personal me encanta esta época porque nos olvidamos de la comida rápida de influencia extranjera… y la tendencia general es el retorno a nuestras raíces al preparar esos exquisitos manjares culinarios que sólo la comida mexicana nos puede brindar: Mole en todas sus variedades y estilos, tamales, barbacoa, pozole, birria, tortas ahogadas, atole, aguas frescas de fruta natural, y toda clase de dulces, golosinas y bebidas espirituosas, como el pulque, la raicilla, el mezcal y el tequila.

De toda esa diversidad que nos otorga el arte culinario mexicano en esta época, mención aparte lo requiere el imprescindible “Pan de Muerto” el cual no puede faltar en ninguna ofrenda del día de muertos, como tampoco en nuestra mesa, acompañado de un exquisito chocolate caliente o con cafecito de olla, los cuales no tienen precedentes por su inigualable sabor y tradición.

Sentido místico

Las culturas prehispánicas de México pensaban que la verdadera vida, llena de luz y eternidad sólo se alcanzaba después de la muerte y es por ello que se rendía y aún se rinde tributo a los difuntos. Es importante recalcar que la influencia que se ejerce en otras culturas sobre este tema en particular es muy fuerte, ya que estas tradiciones siguen asombrando a propios y extraños por su peculiar forma de abordar la muerte, incluso reírnos de ella y hasta componer “calaveritas” en su honor. 


Es por todas estas razones, que sí, se puede afirmar que “La Muerte” nació en México, donde incluso se viste de gala y brinda permiso para que nos visiten nuestros amados y fieles difuntos. masryram@msn.com


 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario