martes, 22 de junio de 2021

Honrar la existencia

Diosa griega Artemisa...

Por M en E Marisú Ramírez Muñoz

(Texto y foto)

Por tradición, miles de personas celebran cada día su aniversario de nacimiento. Esta ancestral costumbre aunada a otras celebraciones genera una derrama económica de las más grandes que existen en el planeta, no sólo por la cantidad de negocios que se desprenden de ella, sino porque dicha práctica va más allá de un simple acto comercial. 

Los anales de la historia cuentan que esta tradición surgió hace más de 3000 años, pero antes de Cristo. Se realizaba para conmemorar el aniversario de coronación de un faraón, todo ello con un gran sentido místico. La cual se efectuaba con el objetivo de desearle al soberano prosperidad, larga vida y ahuyentar de él los malos espíritus; debido a que existía la convicción de que la muerte acudía en esa fecha para robarle el alma.

¿Velas dentro o fuera del pastel? ¿Contradicción de argumentos?

Otras culturas como los babilonios y los griegos homenajeaban a sus deidades y fueron ellos quienes iniciaron la tradición de ofrecer una tarta a base de harina, cereal y miel; la cual debería ser redonda como la luna, ante la creencia de que el satélite era el que mayor influencia tenía en sus vidas. Donde los griegos además agregaron velas alrededor (no dentro) de la tarta, las cuales una vez encendidas se dejaban consumir hasta apagarse, y entre más tardasen en hacerlo mayor prosperidad se auguraba para esa deidad y sus súbditos.

Una de las deidades de la mitología griega más homenajeadas fue Artemisa, quien entre otras era también la diosa de los nacimientos; y es aquí donde se trasladó la celebración a otras culturas.

En la antigua Roma se acostumbraba celebrar el nacimiento de emperadores, cónsules y senadores; pero solamente varones. Posteriormente y con el nacimiento de Jesús fue hasta el Siglo IV donde se introdujo la festividad el 25 de diciembre, aunque muchos historiadores no se ponen de acuerdo con la fecha, la cual, polémica o no, se celebra cada año en casi todo el mundo, y desde el punto de vista religioso fue a partir de ahí que se detonó la celebración del nacimiento de todas las personas, sin distinción de rangos ni posiciones sociales.

De esta manera, esta tradición se fue propagando a todos los pueblos de la tierra, incorporando costumbres de unos a otros, donde cada cual lo celebra de acuerdo a sus creencias y deseos, íntimamente ligados a la existencia.

Por su parte, el giro dentro de la celebración con tarta se lo dieron los alemanes, al colocar las velas dentro del pastel y apagarlas antes de que la cera tocara el rico manjar, con la ineludible petición de un deseo antes de soplar sobre el fuego de las velas. O sea, nada que ver con la moderna y nefasta costumbre de la “mordida” al pastel.

Pero volviendo al punto de partida ¿Por qué celebramos el nacimiento de las personas? Existen infinidad de conjeturas al respecto: místicas, astrológicas, existencialistas, y un largo etcétera. Pero desde un especial punto de vista, se considera que, al celebrar un año más de vida, lo que en realidad se está haciendo es honrar la existencia del festejado, en otras palabras, agradecer porque esa maravillosa persona aún está viva y dando todo lo mejor de sí.

Compartir la alegría de iniciar un nuevo ciclo, de completar una vuelta al sol, de realizar un análisis retrospectivo de lo alcanzado y no; es en ese lapso… imperceptible espacio en el tiempo e íntimamente ligado a nuestro nacimiento y misión de vida, donde días antes de la celebración se pueden llegar a tener episodios depresivos por sentir el alma que fue un año infructuoso (lo que explicaría el por qué muchas personas no sienten deseos de celebrar). O en sentido contrario un gran deseo de agradecer con alegría ese gran momento de nuestra existencia. 

Recordemos “honrar, honra” por lo tanto honremos la existencia de nuestros seres queridos, no sólo en su aniversario de nacimiento, sino todos los días de nuestra vida. masryram@msn.com

 

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