El sistema de vida
actual está estructurado para que la humanidad sólo mire hacia el exterior,
dando demasiada importancia a lo material. De igual manera sucede con los abrazos,
ese cálido contacto físico que nos hace sentir tan bien en momentos de alegría,
tristeza, incertidumbre, aflicción o
dolor ante la partida de un ser querido; donde se tiene la certeza de que sólo
se puede abrazar a las personas si están presentes.
Asimismo, por avatares
de la vida, existen momentos donde no es posible abrazar a las personas que
amamos. La distancia es cruel y extrañar a alguien se convierte en un acto
verdaderamente doloroso. Ni que decir cuando extrañamos a alguien que sabemos
ha partido a otro plano de existencia.
Suele suceder
también, que a veces no puedes abrazar a alguien porque existen barreras
generadas por el ego, el odio, el orgullo, los malos entendidos, los rencores y
rencillas del pasado y otro tanto más de situaciones adversas que causan que
dos personas que se aman y extrañan no se puedan abrazar, aun estando bajo el
mismo techo.
Lo anterior,
evita que se entienda realmente, desde lo más profundo, cuál es el verdadero
sentido de estar en esta vida. Aunque sea doloroso, debemos ir dentro, hacia
nuestro interior y aprender que existen otras formas de dar amor. Una de ellas
son los abrazos de luz.
Cuando se envía
un abrazo de luz, el efecto difiere asombrosamente del abrazo físico. Un abrazo
de luz nace en lo más profundo de nuestra alma, conectando nuestro sentir con la
energía del amor que vive en nuestro corazón, logrando así una vibración donde
se interconectan altas frecuencias de energía desde nuestro ser interior, lo
que puede hacer surgir una verdadera y cálida presencia que va más allá de
todas las barreras imaginables y expectativas que podamos tener en nuestras
vidas.
El abrazo de
luz se proyecta en millones de partículas lumínicas que generan que el receptor
vibre con la frecuencia de la energía de un abrazo cósmico y sentirlo con la
misma intensidad de la persona que está emitiendo la onda o mensaje de
vibración armónica.
Automáticamente
el receptor sentirá la presencia y la calidez del reconfortante abrazo, evocará
en su mente la imagen de la persona que está enviando el abrazo. La conexión es inmediata, lo que da lugar a diversas sensaciones y recuerdos que inundarán
la mente y el corazón tanto del emisor, como del receptor.
Cuando se
practica cotidianamente, se puede lograr la maestría. El arte de enviar abrazos
de luz no es la excepción a la regla. Entre más abrazos de luz envíes a las
personas que amas, más se estrecharán los lazos de amor entre ambos y la
sensación de vacío que aporta la distancia —física o psicológica— se irá acortando.
Está técnica es
idónea para los más pequeños, los niños sufren tremendamente las ausencias.
Pareciera complicado explicarle a un niño, pero en esencia ellos podrían
entenderlo con su gran sabiduría, solamente falta que alguien se los recuerde,
ellos lo saben hacer muy bien. No existe mayor frecuencia sanadora de la
ausencia, que los abrazos de luz.
En este mes
del amor, envía abrazos de luz a todos, no sólo a los que amas, a los que
extrañas, a los que añoras con toda el alma, a los que te han acompañado en el
camino y dejaron enseñanzas y momentos memorables, de esos que sólo con
evocarlos se dibuja una gran sonrisa en el rostro.
También envía a los que detestas, incluso a los
gobernantes, a todas las personas que consideres podrían necesitar un abrazo de
luz, que como cálida caricia llegará a los escondrijos más secretos del alma.
Es como crear un puente de contextos paralelos entre las personas. Tenemos una
mente poderosa, que puede hacer que las cosas sucedan, siempre que mantengamos
el enfoque y la intención adecuados para lograr una conexión exitosa. ¡Abrazos
de luz a todos! masryram@msn.com
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